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2 Pedro 3:15 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)

15 Tengan presente que la paciencia de nuestro Señor significa salvación. Esto es lo que también les escribió Pablo, nuestro querido hermano en la fe. Dios le dio sabiduría para explicarles todo eso.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

15 Y tened entendido que la paciencia de nuestro Señor es para salvación; como también nuestro amado hermano Pablo, según la sabiduría que le ha sido dada, os ha escrito,

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Biblia Nueva Traducción Viviente

15 Y recuerden que la paciencia de nuestro Señor da tiempo para que la gente sea salva. Esto es lo que nuestro amado hermano Pablo también les escribió con la sabiduría que Dios le dio,

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Biblia Católica (Latinoamericana)

15 Consideren que las demoras de nuestro Señor son para nuestra salvación, como lo escribió nuestro querido hermano Pablo con la sabiduría que le fue dada,

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La Biblia Textual 3a Edicion

15 Y considerad la paciencia de nuestro Señor como salvación; como también nuestro amado hermano Pablo os escribió, según la sabiduría que le fue dada,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

15 Considerad que esta paciente espera de nuestro Señor es salvación, como os escribía nuestro amado hermano Pablo, según la sabiduría que le fue dada.

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2 Pedro 3:15
27 Referencias Cruzadas  

Pues yo mismo les daré palabras adecuadas y sabiduría para responder. Ningún enemigo podrá resistirles ni contradecirles.


Así que de común acuerdo hemos decidido enviarles a algunos hombres. Ellos van acompañados de nuestros queridos hermanos Pablo y Bernabé.


y lo libró de todas sus desgracias. Le dio sabiduría para ganarse el favor del faraón, rey de Egipto, que lo nombró gobernador del país y del palacio real.


Ananías se fue. Cuando llegó a la casa, puso sus manos sobre Saulo y le dijo: «Hermano Saulo, el Señor Jesús me ha enviado. Fue él quien se te apareció en el camino. Me envía para que recuperes la vista y seas lleno del Espíritu Santo».


No reconoces que Dios es bueno, que tiene paciencia y soporta tu mala conducta. Él está buscando que te arrepientas, pero desprecias su gran bondad.


A unos Dios les da, por medio del Espíritu, capacidad para hablar con sabiduría. A otros, por medio del mismo Espíritu, les da un mensaje con un conocimiento especial.


Esto es precisamente de lo que hablamos, no con las palabras que enseña la sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu. Explicamos las verdades espirituales con palabras que nos da el Espíritu.


Aunque yo no lo merecía, Dios me dio el trabajo de maestro constructor. Así que mi enseñanza fue como el fundamento, y otro vino a construir sobre él. Pero cada uno tenga cuidado de cómo construye la fe de los demás.


Ese plan lo mantenía en secreto, pero me lo dio a conocer a mí. Ya les he escrito brevemente acerca de ese plan.


Pero precisamente por eso Dios fue bueno conmigo. Él quería que yo, el peor de los pecadores, pudiera experimentar la infinita bondad de Cristo Jesús. De este modo, sirvo de ejemplo para que otros crean en él y reciban la vida eterna.


Si a alguno de ustedes le falta sabiduría, pídasela a Dios, y él se la dará. Pues Dios la da a todos generosamente y sin reclamar nada.


En cambio, la sabiduría que Dios da es ante todo pura, es decir, no produce maldad. Al contrario, produce paz, bondad, amabilidad, compasión y buenas acciones. El que tiene sabiduría de Dios trata a todos por igual y es sincero.


Es decir, aquellos que hace mucho tiempo desobedecieron a Dios. Me refiero a los que no hicieron caso a Noé. Dios esperaba con paciencia que ellos se arrepintieran mientras Noé construía el arca. Pero solo unas cuantas personas, ocho en total, fueron llevadas por el arca a un lugar seguro. Estas personas fueron salvadas por medio del agua.


Recuerden el mensaje que los santos profetas anunciaron en el pasado. También recuerden el mandamiento que dio nuestro Señor y Salvador por medio de los apóstoles.


El Señor no tarda en cumplir su promesa, como algunos piensan. Más bien, él tiene paciencia con ustedes, porque no quiere que nadie muera sin haberse arrepentido.


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