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2 Pedro 1:4 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)

4 Dios nos ha entregado así sus preciosas y magníficas promesas. Lo ha hecho para que ustedes lleguen a ser como él es. De ese modo, podrán escapar de la maldad que hay en el mundo debido a los malos deseos.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

4 por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia;

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Biblia Nueva Traducción Viviente

4 y debido a su gloria y excelencia, nos ha dado grandes y preciosas promesas. Estas promesas hacen posible que ustedes participen de la naturaleza divina y escapen de la corrupción del mundo, causada por los deseos humanos.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

4 Por ellas nos ha concedido lo más grande y precioso que se pueda ofrecer: ustedes llegan a ser partícipes de la naturaleza divina, escapando de la corrupción que en este mundo va a la par con el deseo.

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La Biblia Textual 3a Edicion

4 por medio de las cuales nos ha dado° preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegarais a ser consubstanciales° con la naturaleza divina; habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

4 en virtud de las cuales nos hizo donación de preciosas y magníficas promesas, para que seáis participantes de la divina naturaleza huyendo de la corrupción existente en el mundo por causa de la concupiscencia.

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2 Pedro 1:4
25 Referencias Cruzadas  

Dios adoptó como hijos a los israelitas, y a ellos les mostró su gloria. Con ellos hizo pactos y les entregó la Ley. Les dio además promesas y el privilegio de adorarlo.


Todas las promesas que ha hecho Dios se han cumplido por medio de Cristo. Así que por medio de Cristo decimos «amén» para la gloria de Dios.


Así que a todos nosotros nos han quitado la barrera y hemos entendido. Por eso nuestro rostro es como un espejo que refleja la gloria del Señor. Pues el Señor y el Espíritu son uno mismo, y nos van cambiando cada vez más. De ese modo, cada vez nos parecemos más y más al Señor y reflejamos más de su gloria.


Por tanto, el Señor añade: «¡Salgan de en medio de ellos y apártense! No toquen nada impuro, y yo los recibiré.


Ahora bien, las promesas se les hicieron a Abraham y a su hijo. La Escritura no dice: «y a los descendientes», como refiriéndose a muchos, sino: «y a tu descendencia», dando a entender uno solo. Esa era una clara referencia a Cristo.


El que vive siguiendo sus malos deseos está sembrando destrucción, y eso cosechará. El que vive guiado por el Espíritu está sembrando vida eterna, y eso cosechará.


De este modo, todos llegaremos a creer lo mismo y a tener el mismo entendimiento acerca del Hijo de Dios. Y esto debemos hacerlo hasta que seamos creyentes maduros y nuestra manera de vivir sea como la de Cristo.


Ustedes tienen una nueva manera de vivir, y cada vez se parecen más a Dios, quien los creó.


En efecto, nuestros padres nos disciplinaban por un breve tiempo, como mejor les parecía. En cambio, Dios lo hace para nuestro bien, a fin de que participemos de su santidad.


Por eso Dios ha hecho un nuevo pacto con nosotros por medio de Cristo. Pues él ha muerto para liberarnos de los pecados cometidos bajo el primer pacto. Así ha hecho posible que los llamados por Dios reciban la salvación eterna que les había prometido.


La religión pura y sin defecto delante de Dios el Padre es esta: ayudar a los huérfanos y a las viudas en sus dificultades. Y, además, no dejarse dominar por la maldad del mundo.


Los saluda Simón Pedro, servidor y apóstol de Jesucristo. Dirijo esta carta a los que han confiado en Cristo de manera tan preciosa como lo hemos hecho nosotros. Esa confianza nos la ha dado nuestro Dios y Salvador Jesucristo, quien ha demostrado ser justo.


Pero, según su promesa, esperamos un cielo nuevo y una tierra nueva, en los que todo se hará con justicia.


El Señor no tarda en cumplir su promesa, como algunos piensan. Más bien, él tiene paciencia con ustedes, porque no quiere que nadie muera sin haberse arrepentido.


Esta es la promesa que él nos dio: la vida eterna.


Queridos hermanos en la fe, ya somos hijos de Dios. Sin embargo, todavía no se nos ha mostrado todo lo que llegaremos a ser. Lo que sí sabemos es que cuando Cristo venga seremos como él es, porque lo veremos tal como él es.


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