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2 Corintios 12:1 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)

1 Me veo obligado a hablar bien de mí mismo, aunque nada se gane con ello. Les contaré de las visiones y revelaciones que el Señor me ha dado.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

1 Ciertamente no me conviene gloriarme; pero vendré a las visiones y a las revelaciones del Señor.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

1 Mi jactancia no servirá de nada, sin embargo, debo seguir adelante. A mi pesar contaré acerca de visiones y revelaciones que provienen del Señor.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

1 De nada sirve alabarse; pero si hay que hacerlo, iré a las visiones y revelaciones del Señor.

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La Biblia Textual 3a Edicion

1 Ciertamente gloriarse no es provechoso, aunque es necesario. Vendré, pues, a las visiones y revelaciones del Señor:

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

1 ¿Hay que gloriarse? Pues, aunque de nada sirve, vendré a visiones y revelaciones del Señor.

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2 Corintios 12:1
26 Referencias Cruzadas  

Pero les digo la verdad. Les conviene que me vaya porque, si no lo hago, el Consolador no vendrá a ustedes. En cambio, si me voy, se lo enviaré a ustedes.


Caifás era el que había aconsejado a los judíos que era preferible que muriera un solo hombre por el pueblo.


Una noche el Señor le dijo a Pablo en una visión: «No tengas miedo; sigue hablando y no te calles,


A la noche siguiente, el Señor se apareció a Pablo y le dijo: «¡Ánimo! Así como has hablado de mí en Jerusalén, es necesario que lo hagas también en Roma».


«Todo nos está permitido», pero no todo es de provecho. «Todo nos está permitido», pero no todo le hace bien al creyente.


Hermanos en la fe, si ahora fuera a visitarlos y les hablara en lenguas extrañas, ¿de qué les serviría? Solo serviría si les revelara algo de parte de Dios, o si les diera algún conocimiento, mensaje o enseñanza.


Algunos dicen: «Todo me está permitido», pero no todo lo que hacemos es bueno para nosotros. Es cierto, «todo me está permitido», pero no dejaré que nada me domine.


Me he portado como un loco, pero ustedes me han obligado a ello. Ustedes debían hablar bien de mí, pues de ningún modo soy inferior a los tales «superapóstoles», aunque yo no soy nada.


Yo podría hablar muy bien de ese hombre, pero no de mí mismo. Solo puedo hablar de mis debilidades.


Para evitar que me volviera orgulloso por estas revelaciones extraordinarias, llevo en mi cuerpo un sufrimiento. Es como una espina que me fue clavada en el cuerpo. Es algo que Satanás usa para hacerme sufrir.


Pero él me dijo: «Mi amor es todo lo que tú necesitas, porque mi poder se hace más presente en tu debilidad». Por lo tanto, prefiero sentirme orgulloso de mis debilidades para que permanezca sobre mí el poder de Cristo.


Ahora quiero darles mi consejo sobre lo que les conviene hacer en este asunto. El año pasado ustedes fueron los primeros no solo en dar, sino también en querer hacerlo.


No la recibí ni la aprendí de ninguna persona, sino que Jesucristo me la reveló.


Fui porque Dios me había mostrado que debía hacerlo. Allí me reuní en privado con los que eran reconocidos como dirigentes. Entonces les expliqué el mensaje de la buena noticia, el cual predico entre los que no son judíos. Quería contarles lo que hacía, para que todo mi esfuerzo no fuera inútil.


Ese plan lo mantenía en secreto, pero me lo dio a conocer a mí. Ya les he escrito brevemente acerca de ese plan.


Así nos lo enseñó el Señor. Por eso afirmamos que nosotros, los que estemos vivos y hayamos quedado hasta la venida del Señor, nos reuniremos con él. Pero no lo haremos antes de los que hayan muerto.


Sabemos que el Hijo de Dios ha venido y nos ha dado entendimiento para que conozcamos al Dios verdadero. Y nosotros somos amigos de su Hijo Jesucristo, quien es el Dios verdadero y nos da vida eterna.


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