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2 Corintios 1:12 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)

12 Para nosotros, es motivo de satisfacción el saber que no hemos hecho nada malo. Nos hemos comportado en el mundo, y especialmente entre ustedes, con la honestidad y sinceridad que vienen de Dios. Y lo hemos logrado gracias al amor inmerecido de Dios, y no gracias a nuestra sabiduría humana.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

12 Porque nuestra gloria es esta: el testimonio de nuestra conciencia, que con sencillez y sinceridad de Dios, no con sabiduría humana, sino con la gracia de Dios, nos hemos conducido en el mundo, y mucho más con vosotros.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

12 Podemos decir con confianza y con una conciencia limpia que, en todos nuestros asuntos, hemos vivido en santidad y con una sinceridad dadas por Dios. Hemos dependido de la gracia de Dios y no de nuestra propia sabiduría humana. Esa es la forma en que nos hemos comportado ante el mundo y en especial con ustedes.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

12 Hay algo de lo que nos sentimos orgullosos: nuestra conciencia nos asegura que la santidad y la sinceridad de Dios han inspirado siempre nuestra conducta en este mundo, especialmente respecto a ustedes. No nos han movido razones humanas, sino la gracia de Dios.

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La Biblia Textual 3a Edicion

12 Porque nuestra gloria es ésta: el testimonio de nuestra conciencia, que con sencillez y sinceridad de Dios, no con sabiduría humana, sino con la gracia de Dios, nos condujimos en el mundo, y mucho más hacia vosotros.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

12 Mi orgullo se basa en el testimonio de nuestra conciencia de que hemos actuado en el mundo, y especialmente con vosotros, con la simplicidad y honradez de Dios, [y] no con sabiduría carnal, sino con la gracia de Dios.

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2 Corintios 1:12
40 Referencias Cruzadas  

Pablo se quedó mirando fijamente al tribunal y dijo: ―Amigos israelitas, hasta hoy yo he actuado delante de Dios con toda buena conciencia.


Por eso siempre trato de mantener limpia mi conciencia delante de Dios y de la gente.


Cristo es testigo de que digo la verdad. El Espíritu Santo guía mi conciencia, y por eso sé que no miento.


Pues Cristo no me envió a bautizar, sino a predicar el mensaje de la buena noticia. Eso hago sin discursos de sabiduría humana, para que lo que Cristo hizo en la cruz no perdiera su poder.


A unos Dios les da, por medio del Espíritu, capacidad para hablar con sabiduría. A otros, por medio del mismo Espíritu, les da un mensaje con un conocimiento especial.


Pero soy apóstol gracias al amor de Dios, aunque no merezco ese amor. Ese amor por mí ha dado resultados, pues he trabajado con más fuerza que los demás apóstoles. Sin embargo, reconozco que no soy yo quien lo ha logrado. Ha sido obra de Dios, quien me ha amado sin yo merecerlo.


Esto es precisamente de lo que hablamos, no con las palabras que enseña la sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu. Explicamos las verdades espirituales con palabras que nos da el Espíritu.


Sin embargo, aunque mi conciencia no me acusa, no por eso soy inocente. El que me juzga es el Señor.


Celebremos nuestra salvación sacando de entre nosotros el pecado de la malicia y la maldad. Celebremos con una vida sincera y honesta.


Esta decisión no la tomé sin pensarlo bien. Cuando hago mis planes no los hago como los hacen en el mundo. Cuando digo «sí» es sí, y cuando digo «no», es no.


Pero tengo miedo de que la serpiente con su astucia los engañe, así como engañó a Eva. Temo que ustedes cambien de idea y rompan su compromiso puro y sincero con Cristo.


A diferencia de muchos, nosotros no somos de los que ven el anuncio del mensaje de Dios como un negocio. Más bien, hablamos con honestidad, con la autoridad que Cristo nos da. Dios es testigo, porque él nos envió a anunciar el mensaje.


No hacemos nada a escondidas, y por eso no sentimos vergüenza de nada. Anunciamos el mensaje de Dios sin cambiarlo en nada y a nadie engañamos. Al contrario, predicamos la verdad con claridad, y por eso la gente confía en nosotros. Dios es testigo de todo esto.


No les estoy dando órdenes. Lo que quiero es probar la sinceridad de su amor en comparación con la dedicación de los demás.


Todos deben examinar su propia conducta y, si tienen algo de qué sentirse orgullosos, está bien, pero no se comparen con nadie.


Manténganse firmes, usen la verdad como un cinturón, y protejan su pecho con la coraza de la justicia.


Al tener conocimiento y sabiduría podrán elegir lo que es mejor. Y así, cuando Cristo vuelva, los encontrará limpios de pecado y de culpa.


Dios y ustedes me son testigos de que nos comportamos de manera correcta y justa con ustedes los creyentes. Ninguno nos puede acusar de algo malo.


Debes hacer esto para que todos amen con un corazón sincero. Que su amor sea el resultado de una conciencia tranquila y de una fe honesta.


Si tú te portas bien, les darás ejemplo en todo. Cuando enseñes, hazlo con honestidad y seriedad.


Oren por nosotros. Estamos seguros de tener la conciencia limpia y queremos portarnos bien en todo.


Pero en realidad él nos da mucho más amor, aunque no lo merezcamos. Por eso dice la Escritura: «Dios se opone a los orgullosos, pero trata con amor a los humildes».


Pero háganlo con humildad y respeto, manteniendo la conciencia limpia. Así, los que hablan mal de ustedes que creen en Cristo se avergonzarán de las mentiras que han dicho en su contra.


El agua simboliza el bautismo que ahora los salva también a ustedes. El bautismo no consiste en la limpieza del cuerpo, sino en comprometerse ante Dios en tener una conciencia limpia. Esta salvación es posible por la resurrección de Jesucristo.


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