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1 Timoteo 6:9 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)

9 Los que quieren hacerse ricos caen en la tentación de muchas cosas malas y se vuelven esclavos de sus muchos deseos. Estas preocupaciones sin sentido y dañinas hunden a la gente en la ruina y en la destrucción.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

9 Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición;

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Biblia Nueva Traducción Viviente

9 Pero los que viven con la ambición de hacerse ricos caen en tentación y quedan atrapados por muchos deseos necios y dañinos que los hunden en la ruina y la destrucción.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

9 Los que quieren ser ricos caen en tentaciones y trampas; un montón de ambiciones locas y dañinas los hunden en la ruina hasta perderlos.

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La Biblia Textual 3a Edicion

9 pues los que quieren ser ricos caen en tentación y trampa y en muchas codicias insensatas y dañinas, las cuales hunden a los hombres en destrucción y perdición;

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

9 Pues los que intentan enriquecerse, caen por ello mismo en tentación y trampa, o sea, en múltiples afanes locos y nocivos, que hunden a los hombres en ruina y perdición.

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1 Timoteo 6:9
42 Referencias Cruzadas  

El que recibió la semilla que cayó entre espinos es el que oye la palabra, pero las preocupaciones de esta vida y el engaño de las riquezas la ahogan. Por eso, la semilla no llega a dar fruto.


Cuando el joven oyó esto, se fue triste, porque tenía muchas riquezas.


―¿Cuánto me dan, y yo les entrego a Jesús? —les propuso. Decidieron pagarle treinta monedas de plata.


»No acumulen para sí tesoros en la tierra, donde la polilla y el moho destruyen, y donde los ladrones se meten a robar.


pero las preocupaciones de esta vida, el engaño de las riquezas y muchos otros malos deseos entran hasta ahogar la palabra. Por eso, las semillas no llegan a dar fruto.


»Así le sucede al que acumula riquezas para sí mismo, en vez de ser rico delante de Dios».


Caerá como una trampa sobre todos los habitantes de la tierra.


―¡Que tu dinero se destruya contigo —le contestó Pedro—, porque intentaste comprar el don de Dios con dinero!


Con respecto a la manera en que antes vivían, se les enseñó que ahora deben vivir diferente. Dejen esa vieja vida, porque los malos deseos los controlan con mentiras.


Tengamos en cuenta que la Ley no se ha dado para los justos, sino para los desobedientes y rebeldes. Es para los pecadores y los que no creen en Dios. Se aplica a los que no respetan a Dios ni nuestras creencias. La Ley es para los que matan a sus propios padres. Es para los asesinos,


Se requiere además que hablen bien de él los que no pertenecen a la iglesia, para que no quede en vergüenza ante el pueblo y caiga en la trampa del diablo.


Pues el amor al dinero provoca toda clase de males. Por desearlo, algunos han dejado de creer en Cristo y solo han tenido muchísimos sufrimientos.


A los ricos de este mundo, mándales que no sean orgullosos ni pongan su confianza en las riquezas, que son inseguras. Diles que más bien confíen en Dios, que nos da de todo en abundancia para que lo disfrutemos.


De ese modo se darán cuenta del peligro y escaparán de la trampa en la que el diablo los tiene presos, obedeciendo su voluntad.


Ese amor nos enseña a rechazar el pecado y a no desear la maldad de este mundo. Así podremos vivir en este mundo con dominio propio, justicia y amor a Dios.


Dominados por el deseo de siempre tener más, estos maestros los engañarán para sacarles dinero. Desde hace mucho tiempo su castigo está preparado y los espera su destrucción.


¡Ay de los que siguieron el ejemplo de Caín! Por ganar dinero cometieron el mismo error de Balán y murieron por ser tan rebeldes como Coré.


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