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1 Timoteo 3:16 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)

16 No hay duda de que son grandes las verdades de nuestra fe: Cristo se presentó como hombre; fue declarado justo por el Espíritu, visto por los ángeles, y anunciado entre las naciones. El mundo ha creído en él, y Dios lo recibió con gloria.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

16 E indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad: Dios fue manifestado en carne, Justificado en el Espíritu, Visto de los ángeles, Predicado a los gentiles, Creído en el mundo, Recibido arriba en gloria.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

16 Sin duda alguna, el gran misterio de nuestra fe es el siguiente: Cristo fue revelado en un cuerpo humano y vindicado por el Espíritu. Fue visto por ángeles y anunciado a las naciones. Fue creído en todo el mundo y llevado al cielo en gloria.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

16 Sin lugar a dudas, es grande el misterio de la Bondad: El se ha manifestado en la carne; rehabilitado por el Espíritu, ha sido presentado a los ángeles. Proclamado a todas las naciones y creído en el mundo, ya fue elevado y glorificado.

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La Biblia Textual 3a Edicion

16 E indiscutiblemente,° grande es el misterio de la piedad: Él° fue manifestado en carne, Justificado en el Espíritu,° Visto por ángeles, Proclamado entre gentiles, Creído en el mundo, Recibido arriba en gloria.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

16 Sin lugar a dudas, grande es el misterio de la religión: Él ha sido manifestado en carne, justificado en espíritu, visto por ángeles, proclamado entre gentiles, creído en el mundo, ascendido en gloria.

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1 Timoteo 3:16
81 Referencias Cruzadas  

«La virgen quedará embarazada y dará a luz un hijo, y lo llamarán Emanuel» (que significa «Dios con nosotros»).


Él les respondió: ―A ustedes se les ha permitido conocer los secretos del reino de los cielos; pero a ellos, no.


Sucedió que hubo un terremoto violento, porque un ángel del Señor bajó del cielo y, acercándose a la tumba, quitó la piedra y se sentó sobre ella.


Tan pronto como Jesús fue bautizado, salió del agua. En ese momento se abrió el cielo, y vio al Espíritu de Dios bajar como una paloma y posarse sobre él.


Entonces el diablo lo dejó, y unos ángeles llegaron a servirle.


Allí fue tentado por Satanás durante cuarenta días. Estaba entre los animales salvajes, y los ángeles le servían.


Después de hablar con ellos, el Señor Jesús fue llevado al cielo y se sentó a la derecha de Dios.


Al entrar en la tumba vieron a un joven vestido con un manto blanco, sentado a la derecha, y se asustaron.


luz que ilumina a las naciones y gloria de tu pueblo Israel».


Si David lo llama “Señor”, ¿cómo puede entonces ser su hijo?».


Entonces se le apareció un ángel del cielo para fortalecerlo.


Mientras se preguntaban qué habría pasado, se les presentaron dos hombres con ropas resplandecientes.


Sucedió que, mientras los bendecía, se alejó de ellos y fue llevado al cielo.


Y el Verbo se hizo hombre y habitó entre nosotros. Hemos visto su gloria, la gloria del Hijo único del Padre. Y estaba lleno de amor y de verdad.


Jesús sabía que el Padre había puesto todas las cosas bajo su dominio. También sabía que había salido de Dios y a él volvía.


»Yo les enviaré, de parte del Padre, al Consolador. Él es el Espíritu de verdad que procede del Padre. Cuando él venga, testificará acerca de mí.


Salí del Padre y vine al mundo. Ahora dejo de nuevo el mundo y vuelvo al Padre».


Y ahora, Padre, dame la gloria en tu presencia, como la gloria que tuve contigo antes de que el mundo existiera.


y vio a dos ángeles vestidos de blanco. Estaban sentados donde había estado el cuerpo de Jesús, uno a la cabecera y otro a los pies.


¿Qué tal si vieran al Hijo del hombre subir adonde antes estaba?


Todos en Jerusalén se enteraron de ello. Así que aquel terreno fue llamado Acéldama, que en su propio idioma quiere decir “Campo de Sangre”.


Pedro tomó la palabra y dijo: ―Ahora comprendo que en realidad para Dios no hay favoritismos.


Cuando llegaron, reunieron a la iglesia y le informaron de todo lo que Dios había hecho por medio de ellos. Les contaron cómo Dios había abierto la puerta de la fe a los no judíos.


Cuiden de ustedes mismos y de todos aquellos que Dios ha salvado con su propia sangre. El Espíritu Santo los ha puesto a ustedes para cuidar de la iglesia. Así que ustedes son como pastores al cuidado de un rebaño de ovejas.


No hay diferencia entre judíos y no judíos. El mismo Señor es Señor de todos y bendice abundantemente a todos los que piden su ayuda.


Pero pregunto: ¿Acaso no oyeron el mensaje? ¡Claro que sí! «Por toda la tierra se escuchó su voz, ¡su mensaje llega hasta el último rincón del mundo!».


El Dios eterno ocultó su plan durante largos siglos, pero ahora lo ha revelado en los libros de los Profetas. Así lo había ordenado él, para que todas las naciones crean y obedezcan al Señor. La buena noticia que a todos anuncio y lo que enseño acerca de Cristo puede fortalecer su fe, para que nunca dejen de creer en él.


¡De ninguna manera! Dios siempre dice la verdad aunque el hombre sea mentiroso. Así dicen las Escrituras: «Todos saben que siempre dices la verdad, por eso ganas en todo juicio».


La Ley no pudo liberarnos, porque nuestro pecado eliminó su poder. Por eso Dios envió a su propio Hijo en un cuerpo semejante al de nosotros los pecadores. Lo envió para que se ofreciera en sacrificio por el pecado, y de esa manera le quitó al pecado su poder.


Ellos son el pueblo de nuestros antepasados. Cristo, como ser humano, nació de padres israelitas, pero él es Dios y gobierna sobre todas las cosas. ¡Alabado sea por siempre! Amén.


El primer hombre fue creado a partir del polvo de la tierra. El segundo hombre vino del cielo.


Más bien, hablamos de un secreto de la sabiduría de Dios. Es decir, hablamos del plan que él mantenía en secreto y que desde antes de la creación del mundo decidió revelar para nuestra gloria.


Porque el Hijo de Dios, Jesucristo, a quien Silvano, Timoteo y yo predicamos entre ustedes, siempre fue claro. Él nunca dijo «sí», para luego decir «no», y siempre cumplió lo que dijo.


El mismo Dios que capacitó a Pedro como apóstol de los judíos me capacitó también a mí como apóstol de los no judíos.


Pero, cuando llegó la fecha indicada, Dios envió a su Hijo, quien nació de una mujer y bajo la autoridad de la Ley.


él nos dio a conocer el plan que tenía en secreto. Plan que con gran bondad había decidido cumplir por medio de Cristo.


Oren también por mí para que, cuando hable, Dios me dé las palabras para dar a conocer con valor la buena noticia que Dios tenía en secreto.


Esto lo hizo para que ustedes sigan confiando firmes en Cristo, sin dudar ni un momento. Para que no dejen de creer en la seguridad que les da el mensaje de la buena noticia. Este es el mensaje que ustedes oyeron y que ha sido anunciado en toda la creación debajo del cielo. Y yo, Pablo, he llegado a ser predicador de ese mensaje.


Dios se propuso revelarles cuál es la gloriosa riqueza de ese plan secreto para todas las naciones. Y el plan es que Cristo viva en ustedes, y les dé la seguridad de compartir la gloria de Dios.


que han recibido. Esta buena noticia se está anunciando en todo el mundo y muchos la están aceptando. Así sucedió también con ustedes desde el día en que escucharon del amor inmerecido de Dios y lo aceptaron como verdad.


Quiero que lo sepan para que cobren ánimo y permanezcan unidos por amor. Que tengan completa seguridad y entendimiento porque con ambas cosas conocerán el plan que Dios tenía en secreto. Y ese plan era darnos a Cristo,


Eso sucederá el día en que el Señor venga para recibir la gloria de parte de su pueblo elegido y ser admirado por todos los que hayan creído. Ustedes estarán allí, porque creyeron en el mensaje que les dimos.


Es cierto que el plan secreto de maldad ya está en marcha. Solo falta que sea quitado de en medio lo que ahora lo detiene.


Deben creer en las grandes verdades de la fe y tener su conciencia tranquila.


El Hijo refleja el brillo de la gloria de Dios. Es la fiel imagen de lo que Dios es. Él es quien mantiene el universo en existencia, por medio del poder de su palabra. Después de morir para perdonarnos nuestros pecados, subió al cielo y se sentó a la derecha del trono majestuoso de Dios.


Fijemos la mirada en la meta, que es Jesús, quien nos dio y perfeccionó nuestra fe. Él, por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, sin importarle la vergüenza que ella significaba. Y ahora está sentado en el sitio de más honor, al lado derecho del trono de Dios.


Nadie estará en contra si digo que la persona que bendice es superior a la que recibe la bendición.


Ahora bien, el punto principal de lo que venimos diciendo es este: tenemos un sumo sacerdote que se sentó en el sitio de más honor, al lado derecho del trono de la Majestad en el cielo.


A esos profetas se les hizo saber que anunciaban algo que no era para ellos, sino para ustedes. Hablaban de las cosas que ahora les han anunciado a ustedes los que les predicaron la buena noticia. Hablaban por medio del Espíritu Santo enviado del cielo. Estas son cosas que aun los mismos ángeles quisieran poder ver.


Dios eligió a Cristo desde antes de la creación del mundo. Pero, para el bien de ustedes, Cristo se apareció en estos últimos tiempos.


Por medio de él ustedes creen en Dios, que lo resucitó y le dio gloria. Es por eso que la fe de ustedes y su confianza están puestas en Dios.


Porque Cristo murió para perdonar nuestros pecados una sola vez, y es suficiente. Él, que era justo, murió por nosotros, que éramos injustos. Así nos acercó a Dios. Él sufrió la muerte en su cuerpo, pero el Espíritu hizo que volviera a la vida.


Él subió al cielo y tomó su lugar a la derecha de Dios, y los ángeles y los espíritus con autoridad y poder lo obedecen.


Les estamos hablando de Jesucristo, quien se nos reveló como la vida misma. Nosotros no solo lo hemos visto, sino que a todos les hemos hablado de esa vida eterna que él nos da. Él estaba con el Padre, pero vino a este mundo y pudimos conocerlo.


Pero ustedes saben que Jesucristo vino para quitar nuestros pecados. Y él no tiene pecado.


El que vive pecando pertenece al diablo, porque el diablo ha estado pecando desde el principio. El Hijo de Dios fue enviado precisamente para destruir lo que hace el diablo.


En la frente llevaba escrito un nombre misterioso: la gran Babilonia madre de todos los idólatras y de las cosas repugnantes de la tierra.


Entonces el ángel me dijo: «¿Por qué te asombras? Yo te explicaré el misterio de esa mujer y de la bestia de siete cabezas y diez cuernos en la que va montada.


Después de esto miré, y apareció una gran cantidad de personas. Era gente de todas las naciones, tribus, pueblos e idiomas. Eran tantas personas que nadie podía contarlas. Estaban de pie delante del trono y del Cordero, vestidos de ropas blancas y con ramas de palma en la mano.


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