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1 Timoteo 2:6 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)

6 que dio su vida para salvarnos a todos. Dios, a su debido tiempo, nos demostró que desea salvarnos.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

6 el cual se dio a sí mismo en rescate por todos, de lo cual se dio testimonio a su debido tiempo.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

6 Él dio su vida para comprarles la libertad a todos. Este es el mensaje que Dios le dio al mundo justo en el momento preciso.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

6 que en el tiempo fijado dio el testimonio: se entregó para rescatar a todos.

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La Biblia Textual 3a Edicion

6 el cual se dio a sí mismo en rescate por todos, cuyo testimonio fue dado en sus propios tiempos;

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

6 que se entregó a sí mismo como rescate por todos, y que es el testimonio dado a su debido tiempo.

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1 Timoteo 2:6
34 Referencias Cruzadas  

Ni siquiera el Hijo del hombre vino para que le sirvieran, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos.


«Se ha cumplido el tiempo —decía—. El reino de Dios está cerca. ¡Arrepiéntanse y crean la buena noticia!».


Pues, ni aun el Hijo del hombre vino para que le sirvieran, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos.


así como el Padre me conoce a mí y yo lo conozco a él. Yo doy mi vida por las ovejas.


Yo soy el pan vivo que bajó del cielo. Si alguno come de este pan, vivirá para siempre. Este pan es mi carne, que daré para que el mundo viva.


A la verdad, como no podíamos salvarnos, en el tiempo señalado Cristo murió por los malvados.


Esto demuestra que les enseñamos la verdad acerca de Cristo.


Cristo no cometió pecado alguno, pero, por amor a nosotros, Dios lo trató como pecador, para declararnos justos por medio de Cristo.


Jesucristo dio su vida para que fuéramos perdonados por nuestros pecados. Así nos liberó de este mundo malvado. Esta fue la voluntad de nuestro Dios y Padre.


Pero, cuando llegó la fecha indicada, Dios envió a su Hijo, quien nació de una mujer y bajo la autoridad de la Ley.


Le pido al Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre glorioso, que les dé su Espíritu. Así tendrán la sabiduría y el entendimiento necesarios para conocerlo mejor.


Al derramar su sangre, Cristo nos hizo libres y perdonó nuestros pecados, porque su amor es muy grande. No merecíamos tanto amor,


Ese plan, que ningún ser humano conoció antes, ahora se lo ha revelado por medio del Espíritu a los santos apóstoles y profetas de Dios.


Amen a los demás así como Cristo nos amó y murió por nosotros. Su sacrificio fue para Dios como ofrenda de olor agradable.


Eso sucederá el día en que el Señor venga para recibir la gloria de parte de su pueblo elegido y ser admirado por todos los que hayan creído. Ustedes estarán allí, porque creyeron en el mensaje que les dimos.


Pues Dios hará que él vuelva a su debido tiempo. Al único y bendito Dios Soberano, Rey de reyes y Señor de señores,


Así que no te avergüences de hablar acerca de nuestro Señor, ni tampoco de mí, que por anunciar su mensaje estoy preso. Al contrario, tú también, con el poder de Dios, debes soportar sufrimientos por anunciar la buena noticia.


Ahora, a su debido tiempo, él ha cumplido esa promesa. La cumplió por medio de la predicación que se me ha confiado por orden de Dios nuestro Salvador.


Él se entregó a la muerte por nosotros, para rescatarnos de toda maldad y limpiarnos de pecado y tener así un pueblo elegido, dedicado a hacer el bien.


Cristo entró una sola vez y para siempre en el Lugar Santísimo. No entró con sangre de chivos y toros, sino con su propia sangre. Así logró para nosotros una liberación eterna.


Cristo aceptó como suyos nuestros pecados, y así fue a morir en la cruz. Lo hizo para que dejáramos de pecar y viviéramos para hacer el bien. Él fue herido como castigo, para que ustedes fueran sanados.


Porque Cristo murió para perdonar nuestros pecados una sola vez, y es suficiente. Él, que era justo, murió por nosotros, que éramos injustos. Así nos acercó a Dios. Él sufrió la muerte en su cuerpo, pero el Espíritu hizo que volviera a la vida.


En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros. Por eso envió a su Hijo. Lo envió para que fuera ofrecido como sacrificio por el perdón de nuestros pecados.


y a Jesucristo. Él es el que siempre dice la verdad, el primero en resucitar y el que gobierna sobre los reyes de la tierra. Él nos ama y al derramar su sangre nos ha librado de nuestros pecados.


Y entonaban este nuevo cántico: «Digno eres de recibir el rollo y de romper sus sellos, porque fuiste sacrificado. Con tu sangre compraste para Dios gente de toda tribu, idioma, pueblo y nación.


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