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Lucas 9:41 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

41 —¡Ah, generación incrédula y malvada! —respondió Jesús—. ¿Hasta cuándo tendré que estar con ustedes y soportarlos? Trae acá a tu hijo.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

41 Respondiendo Jesús, dijo: ¡Oh generación incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo he de estar con vosotros, y os he de soportar? Trae acá a tu hijo.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

41 —Gente corrupta y sin fe —dijo Jesús—, ¿hasta cuándo tendré que estar con ustedes y soportarlos? Entonces le dijo al hombre: —Tráeme a tu hijo aquí.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

41 Jesús respondió: 'Gente incrédula y extraviada, ¿hasta cuándo estaré entre ustedes y tendré que soportarlos?'

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La Biblia Textual 3a Edicion

41 Entonces Jesús respondió y dijo: ¡Oh generación incrédula y perversa!° ¿Hasta cuándo estaré con vosotros y os soportaré? ¡Trae acá a tu hijo!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

41 Jesús respondió: '¡Oh generación incrédula y pervertida! ¿Hasta cuándo tendré que estar entre vosotros y soportaros? Trae aquí a tu hijo'.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

41 Y respondiendo Jesús, dijo: ¡Oh generación incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo he de estar con vosotros, y os he de soportar? Trae acá tu hijo.

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Lucas 9:41
31 Referencias Cruzadas  

Cuando Eliseo, hombre de Dios, se enteró de que el rey de Israel se había rasgado las vestiduras, le envió este mensaje: «¿Por qué está usted tan molesto? ¡Mándeme usted a ese hombre para que sepa que hay profeta en Israel!».


Así no serían como sus antepasados: generación obstinada y rebelde, gente de corazón fluctuante, cuyo espíritu no se mantuvo fiel a Dios.


Moisés y Aarón se presentaron ante el faraón y le advirtieron: «Así dice el Señor y Dios de los hebreos: “¿Hasta cuándo te opondrás a humillarte en mi presencia? Deja ir a mi pueblo para que me rinda culto.


así que el Señor dijo a Moisés: «¿Hasta cuándo seguirán desobedeciendo mis mandamientos e instrucciones?


Jerusalén, limpia de maldad tu corazón para que seas salvada. ¿Hasta cuándo hallarán lugar en ti los pensamientos perversos?


Entonces el Señor dijo a Moisés: —¿Hasta cuándo esta gente me seguirá menospreciando? ¿Hasta cuándo se negarán a creer en mí, a pesar de todas las maravillas que he hecho entre ellos?


—¿Hasta cuándo ha de murmurar contra mí esta perversa comunidad? Ya he escuchado cómo se quejan contra mí los israelitas.


»Vengan a mí todos ustedes que están cansados y agobiados; yo les daré descanso.


Jesús contestó: —¡Esta generación malvada y adúltera pide una señal milagrosa! Pero no se le dará más señal que la del profeta Jonás.


Luego va y trae a otros siete espíritus más malvados que él y entran a vivir allí. Así que el estado final de aquella persona resulta peor que el inicial. Así le pasará también a esta generación malvada».


¡Esta generación malvada y adúltera pide una señal milagrosa! Pero no se le dará más señal que la de Jonás». Entonces Jesús los dejó y se fue.


—¡Ah, generación incrédula y malvada! —respondió Jesús—. ¿Hasta cuándo tendré que estar con ustedes? ¿Hasta cuándo tendré que soportarlos? Tráiganme acá al muchacho.


Les aseguro que todo esto vendrá sobre esta generación.


Pero al ver que muchos fariseos y saduceos llegaban adonde él estaba bautizando, dijo: «¡Camada de víboras! ¿Quién les advirtió que huyeran del castigo que se acerca?


Cuando Jesús se dio cuenta, se indignó y dijo: «Dejen que los niños vengan a mí; no se lo impidan, porque el reino de Dios es de quienes son como ellos.


Jesús se detuvo y dijo: —Llámenlo. Así que llamaron al ciego. —¡Ánimo! —le dijeron—. ¡Levántate! Te llama.


—¡Ah, generación incrédula! —respondió Jesús—. ¿Hasta cuándo tendré que estar con ustedes? ¿Hasta cuándo tendré que soportarlos? Tráiganme al muchacho.


—¿Dónde está la fe de ustedes? —preguntó a sus discípulos. Con temor y asombro ellos se decían unos a otros: «¿Quién es este que manda aun a los vientos y al agua, y le obedecen?».


Ya rogué a tus discípulos que lo expulsaran, pero no pudieron.


Estaba acercándose el muchacho cuando el demonio lo derribó con una convulsión. Pero Jesús reprendió al espíritu maligno, sanó al muchacho y se lo devolvió al padre.


Jesús le contestó: —¡Pero, Felipe! ¿Tanto tiempo llevo ya entre ustedes y todavía no me conoces? El que me ha visto a mí ha visto al Padre. ¿Cómo puedes decirme: “Muéstranos al Padre”?


Luego dijo a Tomás: —Pon tu dedo aquí y mira mis manos. Acerca tu mano y métela en mi costado. Y no seas incrédulo, sino hombre de fe.


y soportó su mal proceder en el desierto unos cuarenta años.


Y con muchas otras palabras les exhortaba insistentemente: —¡Sálvense de esta generación perversa!


¿No ves que desprecias las riquezas de la bondad de Dios, de su tolerancia y de su paciencia, al no reconocer que su bondad quiere llevarte al arrepentimiento?


Actuaron contra él de manera corrupta; para vergüenza de ellos, ya no son sus hijos; ¡son una generación torcida y perversa!


Como podemos ver, no pudieron entrar por causa de su incredulidad.


Esforcémonos, pues, por entrar en ese reposo, para que nadie caiga al seguir aquel ejemplo de desobediencia.


Porque a nosotros se nos ha anunciado las buenas noticias, lo mismo que a ellos; pero el mensaje que escucharon no les sirvió de nada, porque no se unieron en la fe a los que habían prestado atención a ese mensaje.


Por eso también puede salvar por completo a los que por medio de él se acercan a Dios, ya que vive siempre para interceder por ellos.


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