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Lucas 8:43 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

43 Había entre la gente una mujer que hacía doce años padecía de hemorragias, sin que nadie pudiera sanarla. Había gastado todo lo que tenía en médicos.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

43 Pero una mujer que padecía de flujo de sangre desde hacía doce años, y que había gastado en médicos todo cuanto tenía, y por ninguno había podido ser curada,

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Biblia Nueva Traducción Viviente

43 Una mujer de la multitud hacía doce años que sufría una hemorragia continua y no encontraba ninguna cura.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

43 Entonces una mujer, que padecía hemorragias desde hacía doce años y a la que nadie había podido curar,

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La Biblia Textual 3a Edicion

43 y una mujer que estaba con flujo de sangre desde hacía doce años,° la cual no había podido° ser sanada por nadie,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

43 En esto, una mujer que padecía flujo de sangre desde hacía doce años, y que no había podido ser curada por nadie,

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Lucas 8:43
22 Referencias Cruzadas  

Sin embargo, a esta mujer, que es hija de Abraham y a quien Satanás tenía atada durante dieciocho largos años, ¿no se le debía quitar esta cadena en sábado?


A su paso, Jesús vio a un hombre que era ciego de nacimiento.


y estaba allí una mujer que por causa de un espíritu llevaba dieciocho años enferma. Andaba encorvada y de ningún modo podía enderezarse.


Al desembarcar Jesús, un endemoniado que venía del pueblo salió a su encuentro. Hacía mucho tiempo que este hombre no se vestía; tampoco vivía en una casa, sino en los sepulcros.


¡Dejen de confiar en simples humanos, que es muy poco lo que valen! ¡Sus vidas son un soplo nada más!


En el año treinta y nueve de su reinado, Asá se enfermó de los pies; y aunque su enfermedad era grave, no buscó al Señor, sino que recurrió a los médicos.


pues el hombre que había sido milagrosamente sanado tenía más de cuarenta años.


Junto a la puerta llamada Hermosa había un hombre lisiado de nacimiento, al que todos los días dejaban allí para que pidiera limosna a los que entraban en el Templo.


Lo que no sabemos es cómo ahora puede ver ni quién le abrió los ojos. Pregúntenselo a él, que ya es mayor de edad y puede responder por sí mismo.


Cada vez que se apodera de él, lo derriba. Echa espumarajos, cruje los dientes y se queda rígido. Pedí a tus discípulos que lo expulsaran, pero no lo lograron.


Bríndanos tu apoyo contra el enemigo, pues la ayuda humana será inútil.


Porque ustedes me difaman con mentiras; ¡como médicos no valen nada!


Porque todos ellos dieron de lo que les sobraba; pero ella, de su pobreza, echó todo lo que tenía, todo su sustento».


porque su única hija, de unos doce años, estaba muriendo. Jesús se puso en camino y las multitudes se agolpaban sobre él.


Ella se le acercó por detrás, tocó el borde de su manto y al instante cesó su hemorragia.


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