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Lucas 7:40 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

40 Entonces Jesús dijo a manera de respuesta: —Simón, tengo algo que decirte. —Dime, Maestro —respondió.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

40 Entonces respondiendo Jesús, le dijo: Simón, una cosa tengo que decirte. Y él le dijo: Di, Maestro.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

40 Entonces Jesús respondió a los pensamientos del fariseo: —Simón —le dijo—, tengo algo que decirte. —Adelante, Maestro —respondió Simón.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

40 Pero Jesús, tomando la palabra, le dijo: 'Simón, tengo algo que decirte. Simón contestó: 'Habla, Maestro. Y Jesús le dijo:'

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La Biblia Textual 3a Edicion

40 Jesús, tomando la palabra, le dijo: Simón, una cosa tengo que decirte. Él dice: Di, Maestro.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

40 Entonces tomó Jesús la palabra y le dijo: 'Simón, tengo que decirte una cosa'. Y él contestó: 'Dime, Maestro'.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

40 Entonces respondiendo Jesús, le dijo: Simón, una cosa tengo que decirte. Y él dijo: Di, Maestro.

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Lucas 7:40
16 Referencias Cruzadas  

tengo algo que comunicarle. —Habla —contestó ella.


Acuden a ti en masa, y se sientan delante de ti y escuchan tus palabras, pero luego no las practican. Me halagan de labios para afuera, pero sus corazones solo buscan las ganancias injustas.


»El hijo honra a su padre y el siervo a su señor. Ahora bien, si soy tu padre, ¿dónde está el honor que merezco? Y si soy señor, ¿dónde está el respeto que se me debe? Yo, el Señor de los Ejércitos, les pregunto a ustedes, sacerdotes que desprecian mi nombre. »Y encima preguntan: “¿En qué hemos despreciado tu nombre?”.


Enseguida Judas se acercó a Jesús y lo saludó diciendo: —¡Rabí! Y lo besó.


Muchos me dirán en aquel día: “Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre y en tu nombre expulsamos demonios e hicimos muchos milagros?”.


Cierto dirigente preguntó a Jesús: —Maestro bueno, ¿qué debo hacer para heredar la vida eterna?


Pero Jesús supo lo que estaban pensando y les dijo: —¿Por qué razonan así?


—No son los sanos los que necesitan médico, sino los enfermos —contestó Jesús—.


Pero Jesús, que sabía lo que estaban pensando, dijo al hombre de la mano paralizada: —Levántate y ponte frente a todos. Así que el hombre se puso de pie.


Al ver esto, el fariseo que lo había invitado dijo para sí: «Si este hombre fuera profeta, sabría quién es la que lo está tocando y qué clase de mujer es: una pecadora».


—Dos hombres debían dinero a cierto prestamista. Uno debía quinientas monedas de plata y el otro, cincuenta.


Ustedes me llaman Maestro y Señor y dicen bien, porque lo soy.


Jesús se dio cuenta de que querían hacerle preguntas acerca de esto, entonces les dijo: —¿Se están preguntando qué quise decir cuando dije: “Dentro de poco ya no me verán”, y “un poco después volverán a verme”?


Ya podemos ver que sabes todas las cosas; ni siquiera necesitas que nadie te haga preguntas. Por esto creemos que saliste de Dios.


Este fue de noche a visitar a Jesús. —Rabí —le dijo—, sabemos que eres un maestro que ha venido de parte de Dios, porque nadie podría hacer las señales que tú haces si Dios no estuviera con él.


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