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Levítico 24:11 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

11 Pero el hijo de la mujer israelita, al lanzar una maldición, pronunció el Nombre; así que se lo llevaron a Moisés. (El nombre de su madre era Selomit hija de Dibrí, de la tribu de Dan).

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

11 Y el hijo de la mujer israelita blasfemó el Nombre, y maldijo; entonces lo llevaron a Moisés. Y su madre se llamaba Selomit, hija de Dibri, de la tribu de Dan.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

11 Durante la pelea, el hijo de la madre israelita blasfemó el Nombre del Señor con una maldición. Así que llevaron a este hombre ante Moisés para ser juzgado. Su madre se llamaba Selomit, hija de Dibri de la tribu de Dan.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

11 El hijo de la israelita (ella se llamaba Selomit, hija de Dibrí, de la tribu de Gad) blasfemó y maldijo el nombre de Yavé, por lo que lo llevaron ante Moisés.

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La Biblia Textual 3a Edicion

11 Y el hijo de la mujer israelita blasfemó el Nombre y prorrumpió en maldiciones; y fue llevado a Moisés. (El nombre de la madre de aquél era Selomit, hija de Dibrí, de la tribu de Dan).

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

11 El hijo de la mujer israelita blasfemó y maldijo el Nombre y lo llevaron a presencia de Moisés. El nombre de su madre era Selomit, hija de Dibrí, de la tribu de Dan.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

11 Y el hijo de la mujer israelita blasfemó el nombre de Jehová, y maldijo; entonces lo llevaron a Moisés. Y su madre se llamaba Selomit, hija de Dibri, de la tribu de Dan.

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Levítico 24:11
33 Referencias Cruzadas  

Sin embargo, tu hijo sí morirá, pues con tus acciones has mostrado desprecio al Señor.


Pongan frente a él a dos hombres perversos y háganlos testificar que él ha maldecido tanto a Dios como al rey. Luego sáquenlo y mátenlo a pedradas».


Llegaron los dos hombres perversos, se sentaron frente a él y lo acusaron ante el pueblo, diciendo: «¡Nabot ha maldecido a Dios y al rey!». Como resultado, la gente lo llevó fuera de la ciudad y lo mató a pedradas.


No dejen que Ezequías los persuada a confiar en el Señor, diciendo: ‘Sin duda el Señor nos librará; ¡esta ciudad no caerá en manos del rey de Asiria!’ ”.


¿Cuál de todos los dioses de estos países ha podido salvar de mis manos a su país? ¿Cómo entonces podrá el Señor librar de mis manos a Jerusalén?».


Entonces Eliaquín, hijo de Jilquías, administrador del palacio, el cronista Sebna y el secretario Joa, hijo de Asaf, con las vestiduras rasgadas en señal de duelo, fueron a ver a Ezequías y le contaron lo que había dicho el comandante en jefe.


para que le dijeran: «Tú, Ezequías, rey de Judá: No dejes que tu Dios, en quien confías, te engañe cuando dice: “No caerá Jerusalén en manos del rey de Asiria”.


¿A quién has insultado? ¿Contra quién has blasfemado? ¿Contra quién has alzado la voz y levantado los ojos con orgullo? ¡Contra el Santo de Israel!


este les dijo: «Díganle a su señor que así dice el Señor: “No temas por las blasfemias que has oído y que han pronunciado contra mí los subalternos del rey de Asiria.


Pero extiende la mano y daña todo lo que posee, ¡a ver si no te maldice en tu propia cara!


A pesar de todo esto, Job no pecó ni le echó la culpa a Dios.


Una vez terminado el ciclo de los banquetes, Job se aseguraba de que sus hijos se purificaran delante de Dios. Muy de mañana ofrecía un holocausto por cada uno de ellos, pues pensaba: «Tal vez mis hijos hayan pecado y maldecido en sus corazones a Dios». Para Job esta era una costumbre cotidiana.


Pero extiende la mano y hiérelo, ¡a ver si no te maldice en tu propia cara!


Recuerda, Señor, que tu enemigo te insulta y que un pueblo insensato ofende tu nombre.


Levántate, oh Dios, y defiende tu causa; recuerda que a todas horas te ofenden los necios.


Serán ellos los que sirvan como jueces de tiempo completo, atendiendo los casos sencillos, y los casos difíciles te los traerán a ti. Eso te aligerará la carga, porque te ayudarán a llevarla.


Estos oficiales servían como jueces de tiempo completo, atendiendo los casos sencillos, pero remitiendo a Moisés los casos difíciles.


No uses el nombre del Señor tu Dios en vano. Yo, el Señor, no tendré por inocente a quien se atreva a usar mi nombre en vano.


»No blasfemes nunca contra Dios ni maldigas al jefe de tu pueblo.


Además, Dios dijo a Moisés: —Di esto a los israelitas: “El Señor, el Dios de sus antepasados, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, me ha enviado a ustedes. »”Este es mi nombre eterno; este es mi nombre por todas las generaciones”.


Ustedes habrán de enfurecerse cuando, angustiados y hambrientos, vaguen por la tierra. Levantando los ojos al cielo, maldecirán a su rey y a su Dios


Entre los israelitas vivía un hombre, hijo de madre israelita y de padre egipcio. Y sucedió que un día este hombre y un israelita iniciaron un pleito en el campamento.


—¡Ha blasfemado! —exclamó el sumo sacerdote, rasgándose las vestiduras—. ¿Para qué necesitamos más testigos? ¡Miren, ustedes mismos han oído la blasfemia!


Así está escrito: «Por causa de ustedes se blasfema el nombre de Dios entre los no judíos».


Anteriormente, yo era un blasfemo, un perseguidor y un insolente; pero Dios tuvo misericordia de mí porque yo era un incrédulo y actuaba con ignorancia.


y, por causa de sus padecimientos y de sus llagas, maldecían al Dios del cielo, pero no se arrepintieron de sus obras.


Del cielo cayeron sobre la gente enormes granizos, de casi cuarenta y cinco kilogramos cada uno. Y maldecían a Dios por esa terrible plaga.


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