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Jueces 9:4 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

4 Y le dieron setenta siclos de plata del templo de Baal Berit, con lo cual Abimélec contrató a unos maleantes sin escrúpulos para que lo siguieran.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

4 Y le dieron setenta siclos de plata del templo de Baal-berit, con los cuales Abimelec alquiló hombres ociosos y vagabundos, que le siguieron.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

4 Le dieron setenta monedas de plata del templo de Baal-berit, las cuales él usó para contratar a unos hombres alborotadores e imprudentes que aceptaron seguirlo.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

4 Le entregaron setenta siclos de plata que tomaron del templo de Baal-Berit, y con este dinero Abimelec contrató a granujas y aventureros que se pusieron a su servicio.

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La Biblia Textual 3a Edicion

4 Y del templo de Baal-berit le dieron setenta siclos de plata, con los cuales Abimelec contrató° hombres ociosos y vagabundos, que lo siguieron.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

4 Le dieron setenta siclos de plata del templo de Baal Berit, con los que Abimélec tomó a sueldo a maleantes y aventureros que le siguieron.

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Jueces 9:4
11 Referencias Cruzadas  

En cuanto murió Gedeón, los israelitas volvieron a prostituirse ante los ídolos de Baal. Erigieron a Baal Berit como su dios


Pero los judíos, llenos de envidia, reclutaron a unos maleantes callejeros, con los que armaron una turba y empezaron a alborotar la ciudad. Asaltaron la casa de Jasón en busca de Pablo y Silas, con el fin de procesarlos públicamente.


Unos hombres ociosos y perversos se unieron a Roboán, hijo de Salomón, cuando este era joven y débil de carácter, y se le impusieron, de modo que no pudo hacerles frente.


Entonces Jefté huyó de sus hermanos y se fue a vivir en la región de Tob, donde se le juntaron unos hombres sin escrúpulos, que salían con él a cometer fechorías.


El que trabaja su tierra tendrá abundante comida, pero el que sueña despierto es falto de juicio.


Gente vil, generación infame, fueron expulsados de la tierra.


Además, se le unieron muchos otros que estaban en apuros, cargados de deudas o amargados. Así, David llegó a ser el comandante de unos cuatrocientos hombres.


Cuando David volvió para bendecir a su familia, Mical, la hija de Saúl, salió al encuentro y le reprochó: —¡Qué distinguido se ha visto hoy el rey de Israel desnudándose como un cualquiera en presencia de las esclavas de sus oficiales!


Sus profetas son inescrupulosos, personas traicioneras. Sus sacerdotes profanan las cosas santas y violan la Ley.


Después de haber salido a los campos y recogido y pisado las uvas, celebraron un festival en el templo de su dios. Mientras comían y bebían, maldijeron a Abimélec.


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