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Juan 12:25 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

25 El que ama su vida la pierde; en cambio, el que aborrece su vida en este mundo la conserva para la vida eterna.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

25 El que ama su vida, la perderá; y el que aborrece su vida en este mundo, para vida eterna la guardará.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

25 Los que aman su vida en este mundo la perderán. Los que no le dan importancia a su vida en este mundo la conservarán por toda la eternidad.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

25 El que ama su vida la destruye; y el que desprecia su vida en este mundo, la conserva para la vida eterna.

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La Biblia Textual 3a Edicion

25 El que ama su vida, la pierde; y el que aborrece su vida en este mundo, la guardará para vida eterna.°

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

25 El que ama su vida la pierde y el que odia su vida en este mundo la conservará para vida eterna.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

25 El que ama su vida, la perderá; y el que aborrece su vida en este mundo, para vida eterna la guardará.

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Juan 12:25
13 Referencias Cruzadas  

Aborrecí entonces la vida, pues todo cuanto se hace bajo el sol me resultaba repugnante. Realmente, todo es vanidad; ¡es correr tras el viento!


El que se aferre a su vida la perderá; y el que pierda su vida por mi causa la encontrará.


Porque el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa, la encontrará.


Y todo el que por mi causa haya dejado casas, hermanos, hermanas, padre, madre, hijos o terrenos recibirá cien veces más y heredará la vida eterna.


Porque el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa y por el evangelio la salvará.


«Si alguno viene a mí y no sacrifica el amor a su padre y a su madre, a su esposa y a sus hijos, a sus hermanos y a sus hermanas, y aun a su propia vida, no puede ser mi discípulo.


El que procure conservar su vida la perderá; y el que la pierda la conservará.


Sin embargo, considero que mi vida carece de valor para mí mismo, con tal de que termine mi carrera y lleve a cabo el servicio que me ha encomendado el Señor Jesús, que es el de dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios.


—¿Por qué lloran? ¡Me parten el alma! —respondió Pablo—. Por el nombre del Señor Jesús estoy dispuesto no solo a ser atado, sino también a morir en Jerusalén.


Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron torturados, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad.


Ellos lo han vencido por medio de la sangre del Cordero y por el mensaje del cual dieron testimonio; no valoraron tanto su vida como para evitar la muerte.


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