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Juan 11:52 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

52 y no solo por esa nación, también por los hijos de Dios que estaban dispersos, para congregarlos y unificarlos.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

52 y no solamente por la nación, sino también para congregar en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

52 Y no solo por esa nación, sino que también moriría para congregar y unir a todos los hijos de Dios dispersos por el mundo.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

52 y no sólo por la nación, sino también para reunir a los hijos de Dios que estaban dispersos.

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La Biblia Textual 3a Edicion

52 y no sólo por la nación, sino también para congregar en uno° a los hijos de Dios que estaban dispersados.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

52 y no por la nación sola, sino también para reunir juntos a los hijos de Dios que estaban dispersos.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

52 y no solamente por aquella nación, sino también para reunir en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos.

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Juan 11:52
40 Referencias Cruzadas  

El cetro no se apartará de Judá, ni de entre sus pies el bastón de mando, hasta que llegue el verdadero rey, quien merece la obediencia de los pueblos.


Se ha secado mi vigor como la arcilla; la lengua se me pega al paladar. Me has hundido en el polvo de la muerte.


Se acordarán del Señor y se volverán a él todos los confines de la tierra; ante él se postrarán todas las familias de las naciones,


Bendito sea por siempre su glorioso nombre; ¡que toda la tierra se llene de su gloria! Amén y amén.


Alza tus ojos y mira a tu alrededor; todos se reúnen y vienen hacia ti. Tan cierto como que yo vivo, a todos ellos los usarás como adorno, los lucirás en tu vestido de novia», afirma el Señor.


«No es gran cosa que seas mi siervo, ni que restaures a las tribus de Jacob, ni que hagas volver a los de Israel, a quienes he preservado. Yo te pongo ahora como luz para las naciones, a fin de que lleves mi salvación hasta los confines de la tierra».


Sin duda convocarás a naciones que no conocías y naciones que no te conocían correrán hacia ti, gracias al Señor tu Dios, el Santo de Israel, que te ha colmado de honor».


Así dice el Señor y Dios, el que reúne a los desterrados de Israel: «Reuniré a mi pueblo con otros pueblos, además de los que ya he reunido».


»Alza los ojos, mira a tu alrededor: todos se reúnen y acuden a ti. Tus hijos llegan desde lejos; a tus hijas las traen en brazos.


Como un pastor que cuida de sus ovejas cuando están dispersas, así me ocuparé de mis ovejas y las rescataré de todos los lugares donde, en un día oscuro y de nubarrones, fueron dispersadas.


»Con todo, los israelitas serán tan numerosos como la arena del mar, que no se puede medir ni contar. Y en el mismo lugar donde se les llamó Loamí, se les llamará “hijos del Dios viviente”.


»O supongamos que una mujer tiene diez monedas de plata y pierde una. ¿No enciende una lámpara, barre la casa y busca con cuidado hasta encontrarla?


luz que ilumina a las naciones y gloria de tu pueblo Israel».


Mas a cuantos lo recibieron, a los que creen en su nombre, les dio el derecho de ser hechos hijos de Dios.


Al día siguiente, Juan vio a Jesús que se acercaba a él y dijo: «¡Aquí tienen al Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo!


Tengo otras ovejas que no son de este redil y también a ellas debo traerlas. Así ellas escucharán mi voz y habrá un solo rebaño y un solo pastor.


Pero yo, cuando sea levantado de la tierra, atraeré a todos a mí mismo.


pues estoy contigo. Aunque te ataquen, no voy a dejar que nadie te haga daño, porque tengo mucha gente en esta ciudad».


¿Es acaso Dios solo Dios de los judíos? ¿No lo es también de los no judíos? Sí, también es Dios de los no judíos,


delante de Dios, tal como está escrito: «Te he confirmado como padre de muchas naciones». Así que Abraham creyó en el Dios que da vida a los muertos y que llama las cosas que no son como si ya existieran.


nos predestinó para ser adoptados como hijos suyos por medio de Jesucristo, según el buen propósito de su voluntad,


conforme a su eterno propósito realizado en Cristo Jesús nuestro Señor.


Santiago, siervo de Dios y del Señor Jesucristo, a las doce tribus que se hallan dispersas por el mundo: Saludos.


Pedro, apóstol de Jesucristo, a los elegidos, extranjeros dispersos por el Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia,


Él es el sacrificio por el perdón de nuestros pecados y no solo por los nuestros, sino por los de todo el mundo.


¡Fíjense qué gran amor nos ha dado el Padre, que se nos llame hijos de Dios! ¡Y lo somos! El mundo no nos conoce, precisamente, porque no lo conoció a él.


Así distinguimos entre los hijos de Dios y los hijos del diablo: el que no practica la justicia no es hijo de Dios, como tampoco lo es el que no ama a su hermano.


Queridos hermanos, ahora somos hijos de Dios, pero todavía no se ha manifestado lo que habremos de ser. Sabemos, sin embargo, que cuando Cristo venga seremos semejantes a él, porque lo veremos tal como él es.


Y entonaban este nuevo cántico: «Digno eres de recibir el rollo escrito y de romper sus sellos, porque fuiste sacrificado, y con tu sangre compraste para Dios gente de toda tribu, lengua, pueblo y nación.


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