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Jonás 2:6 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

6 arrastrándome a los cimientos de las montañas. Me tragó la tierra y para siempre sus cerrojos se cerraron tras de mí. Pero tú, Señor, Dios mío, rescataste mi vida de la fosa.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

6 Descendí a los cimientos de los montes; La tierra echó sus cerrojos sobre mí para siempre; Mas tú sacaste mi vida de la sepultura, oh Jehová Dios mío.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

6 Me hundí hasta las raíces de las montañas. Me quedé preso en la tierra, cuyas puertas se cierran para siempre. Pero tú, oh Señor mi Dios, ¡me arrebataste de las garras de la muerte!

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Biblia Católica (Latinoamericana)

6 Me subían las aguas hasta el cuello, el abismo me rodeaba, las algas se enredaban en mi cabeza.

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La Biblia Textual 3a Edicion

6 Descendí a los cimientos de los montes, Y cuando la tierra echaba sus cerrojos Para siempre sobre mí, Tú, oh YHVH, Dios mío, Sacaste de la fosa mi vida,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

6 El agua me alcanzaba hasta el cuello, el abismo me envolvía, las algas se enredaban en mi cabeza.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

6 Descendí a los cimientos de las montañas; La tierra echó sus cerraduras sobre mí para siempre: Mas tú sacaste mi vida de la corrupción, oh Jehová, Dios mío.

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Jonás 2:6
25 Referencias Cruzadas  

si le tiene compasión y ruega a Dios: “Sálvalo de caer en la tumba, que ya tengo su rescate”,


Dios me libró de caer en la tumba; ¡estoy vivo y disfruto de la luz!”.


la revestiste con el mar y las aguas se detuvieron sobre los montes.


Ascendieron a los montes, descendieron a los valles, al lugar que tú les asignaste.


Los lazos de la muerte me enredaron; me sorprendió la angustia del sepulcro y caí en la ansiedad y la aflicción.


Respóndeme pronto, Señor, que el aliento se me escapa. No escondas de mí tu rostro o seré como los que bajan a la fosa.


No me abandonarás en los dominios de la muerte; no permitirás que sufra corrupción tu siervo fiel.


Los lazos del sepulcro me enredaron; las redes de la muerte me atraparon.


Tú, Señor, me libraste de los dominios de la muerte; me hiciste revivir de entre los muertos.


¿Qué ganas tú con que yo muera, con que descienda yo al sepulcro? ¿Acaso el polvo te alabará o proclamará tu verdad?


Tú, oh Dios, abatirás a los impíos y los arrojarás en la fosa de la muerte; la gente sanguinaria y mentirosa no llegará ni a la mitad de su vida. Yo, por mi parte, en ti confío.


Tú, con tu poder, formaste las montañas, ceñido de fuerza.


Me estoy hundiendo en un pantano profundo y no tengo dónde apoyar el pie. Estoy en medio de profundas aguas y me arrastra la corriente.


«Yo decía: “¿En la plenitud de mi vida, debo pasar por las puertas de la muerte y ser privado del resto de mis días?”.


Sin duda, fue para mi bien pasar por tal angustia. Con tu amor me guardaste de la fosa destructora, y les diste la espalda a todos mis pecados.


¿Quién ha medido las aguas con la palma de su mano y abarcado entre sus dedos la extensión de los cielos? ¿Quién metió en una medida el polvo de la tierra? ¿Quién pesó en una balanza las montañas y las colinas?


Te haré descender con los que descienden a la fosa; te haré habitar en lo más profundo de la tierra, en el país de eternas ruinas, con los que descienden a la fosa. No volverás a ser habitada ni reconstruida en la tierra de los vivientes.


Y esto es para que ningún árbol que esté junto a las aguas vuelva a crecer tanto; para que ningún árbol, por bien regado que esté, vuelva a elevar su copa hasta las nubes. Todos están destinados a la muerte, a bajar a las regiones profundas de la tierra y quedarse entre los mortales que descienden a la fosa.


las montañas te ven y se retuercen. Pasan los torrentes de agua; el abismo ruge y levanta sus olas en lo alto.


Se detiene y la tierra se estremece; lanza una mirada y las naciones tiemblan. Se desmoronan las antiguas montañas y se desploman las viejas colinas, pero sus caminos son eternos.


Yo te digo que tú eres Pedro. Sobre esta piedra edificaré mi iglesia y las puertas de los dominios de la muerte no prevalecerán contra ella.


Se ha encendido el fuego de mi ira, que quema hasta lo profundo de los dominios de la muerte. Devorará la tierra y sus cosechas, y consumirá la raíz de las montañas.


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