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Jeremías 26:2 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

2 «Así dice el Señor: “Párate en el atrio del Templo del Señor y di todas las palabras que yo te ordene a todos los habitantes de las ciudades de Judá que vienen a adorar en el Templo del Señor. No omitas ni una sola palabra.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

2 Así ha dicho Jehová: Ponte en el atrio de la casa de Jehová, y habla a todas las ciudades de Judá, que vienen para adorar en la casa de Jehová, todas las palabras que yo te mandé hablarles; no retengas palabra.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

2 «Esto dice el Señor: “Ponte de pie en el atrio que está delante del templo del Señor y haz un anuncio a la gente que ha venido de toda Judá a adorar. Dales mi mensaje completo sin que falte una sola palabra.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

2 Yavé me dijo: 'Párate en el patio de la Casa de Yavé para decir mis advertencias a todas las ciudades del país de Judá que vienen aquí a postrarse ante mí. Tú les dirás cuanto yo te mande, sin suprimir nada.

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La Biblia Textual 3a Edicion

2 Así dice YHVH: Ponte en el atrio de la Casa de YHVH, y habla a todas las ciudades de Judá que vienen a postrarse en la Casa de YHVH, todas las palabras que Yo te he mandado hablarles, sin omitir una sola.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

2 así dice Yahveh: 'Ponte en el atrio del templo de Yahveh y di a todas las ciudades de Judá que vienen a adorar en el templo de Yahveh todas las palabras que te he mandado decirles, sin omitir una sola.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

2 Así dice Jehová: Ponte en el atrio de la casa de Jehová, y habla a todas las ciudades de Judá, que vienen para adorar en la casa de Jehová, todas las palabras que yo te mandé que les hablases; no retengas palabra.

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Jeremías 26:2
32 Referencias Cruzadas  

»Pero tú, ¡prepárate! Ve y diles todo lo que yo te ordene. No estés aterrorizado ante ellos, pues de lo contrario te aterrorizaré ante ellos.


Pero el Señor me dijo: «No digas: “Soy muy joven”, porque vas a ir adondequiera que yo te envíe y vas a decir todo lo que yo te ordene.


Cuando Jeremías regresó de Tofet —adonde el Señor lo había enviado a profetizar—, se paró en el atrio del Templo del Señor y dijo a todo el pueblo:


El profeta que tenga un sueño, que lo cuente; pero el que reciba mi palabra, que la proclame con fidelidad. ¿Qué tiene que ver la paja con el grano?», afirma el Señor.


El profeta Jeremías dijo lo siguiente a todo el pueblo de Judá y a todos los habitantes de Jerusalén:


En presencia de los sacerdotes y de todo el pueblo que estaba en el Templo del Señor, el profeta Jeremías respondió al profeta Jananías:


Baruc se dirigió al atrio superior del Templo del Señor, a la entrada de la Puerta Nueva, y desde la sala de Guemarías, hijo de Safán, el cronista, leyó ante todo el pueblo el rollo que contenía las palabras de Jeremías.


Jeremías respondió: —Ya los he oído. Voy a rogar al Señor, al Dios de ustedes, tal como me lo han pedido. Les comunicaré todo lo que el Señor me diga y no les ocultaré absolutamente nada.


«Párate a la entrada del Templo del Señor y desde allí proclama este mensaje: ¡Escuchen la palabra del Señor, todos ustedes, habitantes de Judá que entran por estas puertas para adorar al Señor!


»Tú les dirás todas estas cosas, pero no te escucharán. Los llamarás, pero no te responderán.


Luego me dijo: «Hijo de hombre, escucha bien todo lo que voy a decirte y atesóralo en tu corazón.


»Hijo de hombre, a ti te he puesto como centinela del pueblo de Israel. Por tanto, cuando oigas mi palabra, adviértele de mi parte.


Aquel hombre me dijo: «Hijo de hombre, abre los ojos, escucha bien y presta atención a todo lo que estoy por mostrarte, pues para eso se te ha traído aquí. Anda luego y comunícale al pueblo de Israel todo lo que veas».


enseñándoles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes. Y les aseguro que estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo.


Todos los días enseñaba en el Templo, y los jefes de los sacerdotes, los maestros de la Ley y los dirigentes del pueblo procuraban matarlo.


—Yo he hablado abiertamente al mundo —respondió Jesús—. Siempre he enseñado en las sinagogas o en el Templo, donde se congregan todos los judíos. En secreto no he dicho nada.


Al amanecer se presentó de nuevo en el Templo. Toda la gente se le acercó, y él se sentó a enseñarles.


Ustedes saben que no he vacilado en predicar todo lo que les fuera de provecho, sino que les he enseñado públicamente y en las casas.


porque sin vacilar les he proclamado todo el propósito de Dios.


En esto, se presentó alguien que les informó: «¡Miren! Los hombres que ustedes metieron en la cárcel están en el Templo y siguen enseñando al pueblo».


Y día tras día, en el Templo y de casa en casa, no dejaban de enseñar y anunciar las buenas noticias de que Jesús es el Cristo.


Cuídate de poner en práctica todo lo que te ordeno sin añadir ni quitar nada.


sino que irán y lo buscarán en el lugar que, de entre todas las tribus, el Señor escoja como residencia de su Nombre.


No añadan ni quiten palabra alguna a esto que yo les ordeno. Más bien, cumplan los mandamientos del Señor su Dios.


De esta lectura que hizo Josué no se omitió ninguna palabra de lo ordenado por Moisés. Hizo la lectura ante toda la asamblea de los israelitas, incluyendo a las mujeres, los niños y los extranjeros que vivían entre ellos.


Y si alguno quita palabras de este libro de profecía, Dios le quitará su parte del árbol de la vida y de la ciudad santa, descritos en este libro.


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