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Jeremías 10:7 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

7 ¿Quién no te temerá, Rey de las naciones? ¡Es lo que te corresponde! Entre todos los sabios de las naciones, y entre todos los reinos, no hay nadie como tú.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

7 ¿Quién no te temerá, oh Rey de las naciones? Porque a ti es debido el temor; porque entre todos los sabios de las naciones y en todos sus reinos, no hay semejante a ti.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

7 ¿Quién no te temería, oh Rey de las naciones? ¡Ese título te pertenece solo a ti! Entre todos los sabios de la tierra y en todos los reinos del mundo, no hay nadie como tú.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

7 ¿Quién no te temerá, Rey de las naciones? Sí, a ti se te debe temer, porque entre todos los sabios de las naciones y entre todos sus reinos no hay nadie como tú.

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La Biblia Textual 3a Edicion

7 ¿Quién no quisiera temerte, Oh Rey de las naciones? Solo a ti te corresponde,° Porque entre todos los sabios de las naciones, Y entre toda su dignidad real, Ninguno hay comparable a ti.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

7 ¿Quién no te temerá, oh Rey de las naciones? Sí, esto se te debe; porque entre todos los sabios de las gentes y en todos sus reinos nadie hay como tú.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

7 ¿Quién no te temerá, oh Rey de las naciones? Porque a ti corresponde; porque entre todos los sabios de las naciones, y en todos sus reinos, no hay nadie como tú.

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Jeremías 10:7
28 Referencias Cruzadas  

sino solo al Señor su Dios. Y él los librará del poder de todos sus enemigos».


»¡Grande es el Señor y digno de alabanza, más temible que todos los dioses!


De inmediato el rey consultó a los sabios conocedores de los tiempos, porque era costumbre que, en cuestiones de ley y justicia, el rey consultara a los expertos.


Excelso es nuestro Señor y grande su poder; su entendimiento es infinito.


porque del Señor es el reino; él gobierna sobre las naciones.


Sometió a nuestro dominio las naciones; puso a los pueblos bajo nuestros pies;


Que ante él se postren todos los reyes; que le sirvan todas las naciones.


Tú, y solo tú, eres de temer. ¿Quién puede hacerte frente cuando se enciende tu enojo?


No hay, Señor, entre los dioses otro como tú ni hay obras semejantes a las tuyas.


Todas las naciones que has hecho vendrán, Señor, y ante ti se postrarán y glorificarán tu nombre.


¿Quién en los cielos es comparable al Señor? ¿Quién como él entre los seres celestiales?


—Mañana mismo —contestó el faraón. —Así se hará —respondió Moisés—, para que reconozcas que no hay ninguno como el Señor nuestro Dios.


Porque esta vez voy a enviar el grueso de mis plagas contra ti, y contra tus funcionarios y tu pueblo, para que sepas que no hay en toda la tierra nadie como yo.


Dios mismo juzgará entre las naciones y administrará justicia a muchos pueblos. Convertirán sus espadas en arados y en hoces sus lanzas. Ya no levantará su espada nación contra nación y nunca más se adiestrarán para la guerra.


¡No hay nadie como tú, Señor! ¡Grande eres tú! ¡Grande y poderoso es tu nombre!


¿Acaso has dejado de temerme?», afirma el Señor. «¿No debieras temblar ante mí? Yo puse la arena como límite del mar, como frontera perpetua e infranqueable. Aunque se agiten sus olas, no podrán prevalecer; aunque bramen, no traspasarán esa frontera.


A esto Daniel respondió: —No hay ningún sabio ni hechicero, ni mago o adivino, que pueda explicar al rey el misterio sobre el cual preguntó.


Pero hay un Dios en el cielo que revela los misterios. Él mostró al rey Nabucodonosor lo que sucederá en los días venideros. Estos son el sueño y las visiones que pasaron por su mente mientras dormía en su cama:


Señor, he sabido de tu fama; tiemblo delante de tus obras, Señor. Repítelas en nuestros días, dalas a conocer en nuestro tiempo; en tu ira, ten presente tu misericordia.


«En aquel día, muchas naciones se unirán al Señor. Ellas serán mi pueblo y yo habitaré entre ellas. Así sabrán que el Señor de los Ejércitos es quien me ha enviado a ustedes.


Porque desde donde nace el sol hasta donde se pone, grande es mi nombre entre las naciones. En todo lugar se ofrece incienso y ofrendas puras a mi nombre, porque grande es mi nombre entre las naciones —dice el Señor de los Ejércitos—.


Les voy a enseñar más bien a quién deben temer: teman al que, después de dar muerte, tiene poder para echarlos al infierno. Sí, les aseguro que a él deben temer.


para nosotros no hay más que un solo Dios, el Padre, de quien todo procede y para el cual vivimos; y no hay más que un solo Señor, Jesucristo, por quien todo existe y por medio del cual vivimos.


Esto sucedió para que todas las naciones de la tierra supieran que el Señor es poderoso y para que ustedes aprendieran a temerlo para siempre».


Tocó el séptimo ángel su trompeta y en el cielo resonaron fuertes voces que decían: «El reino del mundo ha pasado a ser de nuestro Señor y de su Cristo, y él reinará por los siglos de los siglos».


¿Quién no te temerá, oh Señor? ¿Quién no glorificará tu nombre? Solo tú eres santo. Todas las naciones vendrán y te adorarán, porque han salido a la luz las obras de tu justicia».


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