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Génesis 7:11 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

11 Cuando Noé tenía seiscientos años, precisamente en el día diecisiete del mes segundo, se reventaron las fuentes del mar profundo y se abrieron las compuertas del cielo.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

11 El año seiscientos de la vida de Noé, en el mes segundo, a los diecisiete días del mes, aquel día fueron rotas todas las fuentes del grande abismo, y las cataratas de los cielos fueron abiertas,

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Biblia Nueva Traducción Viviente

11 Cuando Noé tenía seiscientos años, el día diecisiete del segundo mes, todas las aguas subterráneas entraron en erupción, y la lluvia cayó en grandes torrentes desde el cielo.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

11 Cuando Noé contaba seiscientos años de vida, el día diecisiete del segundo mes del año, brotaron todos los manantiales del fondo del mar, mientras se abrían las compuertas del cielo.

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La Biblia Textual 3a Edicion

11 En el año seiscientos de la vida de Noé, en el segundo mes, el día diecisiete del mes, ese mismo día reventaron todas las fuentes del gran abismo, y las compuertas de los cielos fueron abiertas,°

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

11 El año seiscientos de la vida de Noé, en el segundo mes, el día diecisiete del mes, en ese día reventaron todas las fuentes del gran abismo y se abrieron las compuertas del cielo;

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

11 El año seiscientos de la vida de Noé, en el mes segundo, a los diecisiete días del mes, aquel día fueron rotas todas las fuentes del grande abismo, y las ventanas del cielo fueron abiertas;

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Génesis 7:11
27 Referencias Cruzadas  

Y así sucedió. Dios hizo la expansión que separó las aguas que están debajo de las aguas que están arriba.


Porque voy a enviar un diluvio sobre la tierra para destruir a todos los seres vivientes bajo el cielo. Todo lo que existe en la tierra morirá.


Tenía Noé seiscientos años cuando las aguas del diluvio inundaron la tierra.


Para el día veintisiete del segundo mes, la tierra estaba ya completamente seca.


Se cerraron las fuentes del mar profundo y las compuertas del cielo, y dejó de llover.


El ayudante había dicho al hombre de Dios: «¡No me digas! Aun si el Señor abriera las compuertas del cielo, ¡no podría suceder tal cosa!». De modo que el hombre de Dios respondió: «Pues lo verás con tus propios ojos, pero no llegarás a comerlo».


El ayudante personal del rey respondió al hombre de Dios: —¡No me digas! ¡Aun si el Señor abriera las compuertas del cielo, no podría suceder tal cosa! —Pues lo verás con tus propios ojos —le advirtió Eliseo—, pero no llegarás a comerlo.


Si él retiene las lluvias, hay sequía; si las deja caer, se inunda la tierra.


Lejos de la gente cava túneles en lugares donde nadie ha estado; lejos de la gente se balancea en el aire.


»¿Has viajado hasta las fuentes del océano o recorrido los rincones del abismo?


¿Quién tiene sabiduría para contar las nubes? ¿Quién puede vaciar los cántaros del cielo


Él recoge en cántaros las aguas del mar y junta en depósitos las profundidades del océano.


Tú hiciste que brotaran fuentes y arroyos; secaste ríos de inagotables corrientes.


Por su conocimiento se separaron las aguas y las nubes dejaron caer su rocío.


Quien huya del grito de terror caerá en la fosa, y quien suba del fondo de la fosa caerá en la trampa. Abiertas están las compuertas de lo alto y tiemblan los cimientos de la tierra.


La tierra se quiebra, se desintegra; la tierra se agrieta, se resquebraja; la tierra tiembla y retiembla.


¿Acaso has dejado de temerme?», afirma el Señor. «¿No debieras temblar ante mí? Yo puse la arena como límite del mar, como frontera perpetua e infranqueable. Aunque se agiten sus olas, no podrán prevalecer; aunque bramen, no traspasarán esa frontera.


Cuando él deja oír su voz, rugen las aguas en los cielos; hace que se levanten las nubes desde los confines de la tierra. Entre relámpagos desata la lluvia y saca de sus depósitos al viento.


»Así dice el Señor y Dios: Te convertiré en lugar de ruinas, como toda ciudad deshabitada. Haré que te cubran las aguas caudalosas del océano.


»Traigan íntegro el diezmo a la tesorería del Templo; así habrá alimento en mi casa. Pruébenme en esto —dice el Señor de los Ejércitos—, y vean si no abro las compuertas del cielo y derramo sobre ustedes bendición hasta que sobreabunde.


Porque en los días antes del diluvio comían, bebían, se casaban y daban en casamiento, hasta el día en que Noé entró en el arca;


Cuando la gente esté diciendo: «Paz y seguridad», vendrá de improviso sobre ellos la destrucción, como llegan los dolores de parto a la mujer embarazada. De ninguna manera podrán escapar.


Por la palabra y el agua, el mundo de aquel entonces pereció inundado.


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