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Génesis 4:10 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

10 —¡Qué has hecho! —exclamó el Señor—. Desde la tierra, la sangre de tu hermano me reclama justicia.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

10 Y él le dijo: ¿Qué has hecho? La voz de la sangre de tu hermano clama a mí desde la tierra.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

10 Pero el Señor le dijo: —¿Qué has hecho? ¡Escucha! ¡La sangre de tu hermano clama a mí desde la tierra!

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Biblia Católica (Latinoamericana)

10 Entonces Yavé le dijo: '¿Qué has hecho? Clama la sangre de tu hermano y su grito me llega desde la tierra.

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La Biblia Textual 3a Edicion

10 Pero Él dijo: ¿Qué has hecho? ¡La voz de la sangre° de tu hermano clama° a mí desde la tierra!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

10 Yahveh le dijo: '¿Qué has hecho? La voz de la sangre de tu hermano clama a mí desde la tierra.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

10 Y Él le dijo: ¿Qué has hecho? La voz de la sangre de tu hermano clama a mí desde la tierra.

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Génesis 4:10
24 Referencias Cruzadas  

Entonces el Señor dijo a Abraham: —Las acusaciones contra Sodoma y Gomorra son muchas y su pecado, gravísimo.


Entonces Dios el Señor preguntó a la mujer: —¿Qué es lo que has hecho? —La serpiente me engañó, y comí —contestó ella.


Por cierto, de la sangre de ustedes yo habré de pedirles cuentas. A todos los animales y a todos los seres humanos pediré cuentas de la vida de sus semejantes.


“Ayer vi aquí la sangre de Nabot y de sus hijos. Por lo tanto, juro que en este mismo terreno te haré pagar por ese crimen. Yo, el Señor, lo afirmo”. Saca, pues, el cadáver y tíralo en el terreno, según la palabra que dio a conocer el Señor.


Había allí un hombre llamado Oded que era profeta del Señor. Cuando el ejército regresaba a Samaria, este profeta salió a su encuentro y les dijo: —El Señor, Dios de sus antepasados, entregó a los de Judá en manos de ustedes, porque estaba enojado con ellos. Pero ustedes los mataron con tal furia que repercutió en el cielo.


»¡Ah, tierra, no cubras mi sangre! ¡No dejes que se acalle mi clamor!


De la ciudad se eleva el clamor de los moribundos; la garganta de los heridos reclama ayuda, ¡pero Dios ni se da por enterado!


Has hecho todo esto y he guardado silencio; ¿acaso piensas que soy como tú? Pero ahora voy a reprenderte; cara a cara voy a denunciarte.


Los librará de la opresión y la violencia, porque considera valiosa su vida.


El vengador de los inocentes se acuerda de ellos; no pasa por alto el clamor de los afligidos.


Ten piedad de mí, Señor; mira cómo me afligen los que me odian. Sácame de las puertas de la muerte,


Pero el Señor siguió diciendo: —Ciertamente he visto la opresión que sufre mi pueblo en Egipto. Los he escuchado quejarse de sus capataces y conozco bien sus penurias.


La viña del Señor de los Ejércitos es la nación de Israel; el pueblo de Judá es su huerto preferido. Él esperaba justicia, pero encontró ríos de sangre; esperaba rectitud, pero encontró gritos de angustia.


»No contaminarán la tierra que habitan. El derramamiento de sangre contamina la tierra, y solo con la sangre de aquel que la derramó es posible purificar la tierra.


—Ananías —le reclamó Pedro—, ¿cómo es posible que Satanás haya llenado tu corazón para que mintieras al Espíritu Santo y te quedaras con parte del dinero que recibiste por el terreno?


—¿Por qué se pusieron de acuerdo para poner a prueba al Espíritu del Señor? —le recriminó Pedro—. ¡Mira! Los que sepultaron a tu esposo están a la puerta y ahora te llevarán a ti.


Si en algún campo de la tierra que el Señor tu Dios te da en posesión se halla un muerto y no se sabe quién pudo haberlo matado,


Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín y por ella recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía.


a Jesús, el mediador de un nuevo pacto; y a la sangre rociada, que habla mejor que la de Abel.


Oigan cómo clama contra ustedes el salario no pagado a los obreros que trabajaron en sus campos. El clamor de esos trabajadores ha llegado a oídos del Señor de los Ejércitos.


Entonces Josué dijo a Acán: —Hijo mío, honra y alaba al Señor, Dios de Israel. Cuéntame lo que has hecho. ¡No me ocultes nada!


Pero Samuel reclamó: —¿Qué has hecho? Y Saúl respondió: —Pues, como vi que la gente se desbandaba, que tú no llegabas en el plazo indicado, y que los filisteos se habían juntado en Micmás,


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