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Génesis 3:8 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

8 Cuando el día comenzó a refrescar, el hombre y la mujer oyeron que Dios el Señor andaba recorriendo el jardín; entonces corrieron a esconderse entre los árboles para que Dios no los viera.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

8 Y oyeron la voz de Jehová Dios que se paseaba en el huerto, al aire del día; y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia de Jehová Dios entre los árboles del huerto.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

8 Cuando soplaba la brisa fresca de la tarde, el hombre y su esposa oyeron al Señor Dios caminando por el huerto. Así que se escondieron del Señor Dios entre los árboles.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

8 Oyeron después la voz de Yavé Dios que se paseaba por el jardín, a la hora de la brisa de la tarde. El hombre y su mujer se escondieron entre los árboles del jardín para que Yavé Dios no los viera.

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La Biblia Textual 3a Edicion

8 Y oyeron el sonido de YHVH ’Elohim paseando por el huerto a la brisa del día, y se escondió el hombre y su mujer de la presencia de YHVH ’Elohim entre los árboles del huerto.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

8 Oyeron el rumor de los pasos de Yahveh-Dios, que se paseaba por el jardín a la brisa del día, y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia de Yahveh-Dios por entre la arboleda del jardín.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

8 Y oyeron la voz de Jehová Dios que se paseaba en el huerto al fresco del día; y Adán y su esposa se escondieron de la presencia de Jehová Dios entre los árboles del huerto.

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Génesis 3:8
20 Referencias Cruzadas  

Cuando el Señor terminó de hablar con Abraham, se fue de allí, mientras Abraham regresó a su tienda de campaña.


El hombre contestó: —Escuché que andabas por el jardín y tuve miedo porque estoy desnudo. Por eso me escondí.


Él recorre los cielos de un extremo al otro y densas nubes lo envuelven, ¡así que no puede vernos!”.


Jamás he ocultado mi pecado como el común de la gente, ni he mantenido mi culpa en secreto


El Señor respondió a Job desde la tempestad. Le dijo:


Los ojos del Señor están en todo lugar, vigilando a los buenos y a los malos.


«¿Podrá el hombre hallar un escondite donde yo no pueda encontrarlo?», afirma el Señor. «¿Acaso no soy yo el que llena los cielos y la tierra?», afirma el Señor.


Serán destruidos sus altares paganos, lugares de pecado de Israel. Cardos y espinos crecerán sobre sus altares. Entonces dirán a las montañas: «¡Cúbrannos!», y a las colinas: «¡Caigan sobre nosotros!».


Caminaré entre ustedes. Yo seré su Dios y ustedes serán mi pueblo.


Pero Jonás huyó del Señor y se dirigió a Tarsis. Bajó a Jope, donde encontró un barco que zarpaba rumbo a Tarsis, pagó su pasaje y se embarcó con los que iban a esa ciudad, huyendo así del Señor.


Estos muestran que llevan escrito en el corazón lo que la Ley exige, como lo atestigua su conciencia, pues sus propios pensamientos algunas veces los acusan y otras veces los excusan.


Porque el Señor tu Dios anda por tu campamento para protegerte y para entregar a tus enemigos en tus manos. Por eso tu campamento debe ser un lugar santo, porque si él ve algo indecente se apartará de ti.


¿Qué pueblo ha oído a Dios hablarle en medio del fuego como lo has oído tú y ha vivido para contarlo?


Pero ¿por qué tenemos que morir? Este gran fuego nos consumirá y moriremos, si seguimos oyendo la voz del Señor nuestro Dios.


Ninguna cosa creada escapa a la vista de Dios. Todo está al descubierto, expuesto a los ojos de aquel a quien hemos de rendir cuentas.


Los reyes de la tierra, los magnates, los jefes militares, los ricos, los poderosos y todos los demás, esclavos y libres, se escondieron en las cuevas y entre las peñas de las montañas.


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