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Génesis 2:7 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

7 Y Dios el Señor formó al ser humano del polvo del suelo; entonces sopló en su nariz aliento de vida y el hombre se convirtió en un ser viviente.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

7 Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

7 Luego el Señor Dios formó al hombre del polvo de la tierra. Sopló aliento de vida en la nariz del hombre, y el hombre se convirtió en un ser viviente.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

7 Entonces Yavé Dios formó al hombre con polvo de la tierra; luego sopló en sus narices un aliento de vida, y existió el hombre con aliento y vida.

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La Biblia Textual 3a Edicion

7 Entonces YHVH ’Elohim modeló al hombre de la tierra roja, e insufló en sus narices aliento de vida. Y el hombre llegó a ser alma viviente.°

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

7 Entonces Yahveh-Dios formó al hombre del polvo de la tierra, insufló en sus narices aliento de vida y el hombre se convirtió en ser viviente.

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Génesis 2:7
33 Referencias Cruzadas  

Así está escrito: «El primer hombre, Adán, se convirtió en un ser viviente»; el último Adán, en el Espíritu que da vida.


El Espíritu de Dios me ha creado; me infunde vida el aliento del Todopoderoso.


Volverá entonces el polvo a la tierra, como antes fue y el espíritu volverá a Dios, que es quien lo dio.


A pesar de todo, Señor, tú eres nuestro Padre; nosotros somos el barro y tú el alfarero. Todos somos obra de tu mano.


ni se deja servir por manos humanas, como si necesitara de algo. Por el contrario, él es quien da a todos la vida, el aliento y todas las cosas.


El primer hombre era del polvo de la tierra; el segundo hombre, del cielo.


Te ganarás el pan con el sudor de tu frente, hasta que vuelvas a la misma tierra de la cual fuiste sacado. Porque polvo eres y al polvo volverás».


que mientras haya vida en mí y aliento divino en mi nariz,


Pereció todo ser que habitaba la tierra seca y tenía aliento de vida.


Esta profecía es la palabra del Señor con respecto a Israel. El Señor, quien extendió los cielos, echó los cimientos de la tierra y formó el espíritu del hombre en su interior, afirma:


Él conoce de qué hemos sido formados; recuerda que somos polvo.


Reconozcan que el Señor es Dios; él nos hizo y somos suyos. Somos su pueblo, ovejas de su prado.


Respondo: ¿Quién eres tú para pedirle cuentas a Dios? «Acaso le dirá la olla de barro al que la modeló: “¿Por qué me hiciste así?”».


¡Dejen de confiar en simples humanos, que es muy poco lo que valen! ¡Sus vidas son un soplo nada más!


Entonces Dios el Señor expulsó al ser humano del jardín del Edén para que trabajara la tierra de la cual había sido hecho.


Después de todo, nuestros padres humanos nos disciplinaban y los respetábamos. ¿No hemos de someternos, con mayor razón, al Padre de los espíritus y viviremos?


Pero Moisés y Aarón se postraron rostro en tierra y exclamaron: —Oh Dios, Dios de toda la humanidad: un solo hombre ha pecado, ¿y vas tú a enojarte con todos ellos?


El espíritu humano es la lámpara del Señor, pues escudriña lo más íntimo del ser.


Ante Dios tú y yo somos iguales; también yo fui tomado de la tierra.


De hecho, sabemos que, si esta tienda de campaña en que vivimos se deshace, tenemos de Dios un edificio, una casa eterna en el cielo, no construida por manos humanas.


Pero tenemos este tesoro en vasijas de barro para que se vea que tan sublime poder viene de Dios y no de nosotros.


Acto seguido, sopló sobre ellos y les dijo: —Reciban el Espíritu Santo.


¡cuánto más a los que habitan en casas de barro cimentadas sobre el polvo y expuestos a ser aplastados como polilla!


—Dígnate, Señor, Dios de todos los seres vivientes, a nombrar un jefe sobre esta comunidad,


tiempo para rasgar y tiempo para coser; tiempo para callar y tiempo para hablar;


Porque primero fue formado Adán, y Eva después.


No obstante, de la tierra salía un manantial que regaba toda la superficie del suelo.


También cayó en sus redes el ungido del Señor, que era el aliento de nuestras vidas. Era él de quien decíamos: ¡Viviremos bajo su sombra entre las naciones!


Así dice el Señor y Dios a estos huesos: ‘Yo haré entrar en ustedes espíritu y vivirán.


Y Dios creó al ser humano a su imagen; lo creó a imagen de Dios; hombre y mujer los creó.


Les pondré tendones, haré que les salga carne, los cubriré de piel y les daré aliento de vida. Así vivirán y sabrán que yo soy el Señor’ ”».


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