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Génesis 17:8 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

8 A ti y a tu descendencia daré, en posesión perpetua, toda la tierra de Canaán, donde ahora vives como extranjero. Y yo seré su Dios.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

8 Y te daré a ti, y a tu descendencia después de ti, la tierra en que moras, toda la tierra de Canaán en heredad perpetua; y seré el Dios de ellos.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

8 y les daré a ti y a tus descendientes toda la tierra de Canaán, donde ahora vives como extranjero. Será posesión de ellos para siempre, y yo seré su Dios».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

8 Yo te daré a ti, y después de ti a tu posteridad, la tierra en que vives como peregrino, es decir, toda la tierra de Canaán, en posesión perpetua, y seré el Dios de los tuyos.

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La Biblia Textual 3a Edicion

8 Y te daré a ti, y a tu descendencia después de ti la tierra de tus peregrinaciones, toda la tierra de Canaán, por posesión perpetua,° y seré su Dios.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

8 Te daré a ti, y a tu descendencia después de ti, la tierra por donde caminas como peregrino, todo el país de Canaán en propiedad perpetua. Y yo seré su Dios'.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

8 Y te daré a ti, y a tu simiente después de ti, la tierra de tus peregrinaciones, toda la tierra de Canaán en heredad perpetua; y seré el Dios de ellos.

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Génesis 17:8
47 Referencias Cruzadas  

Allí el Señor se apareció a Abram y le dijo: «Yo daré esta tierra a tu descendencia». Entonces Abram edificó un altar al Señor, porque se le había aparecido.


Yo te daré a ti y a tu descendencia, para siempre, toda la tierra que abarca tu mirada.


¡Levántate, recorre el país a lo largo y a lo ancho porque a ti te lo daré!».


—Entre ustedes yo soy un extranjero, un extraño; no obstante, quiero pedirles que me vendan un sepulcro para enterrar a mi difunta esposa.


Esa noche se apareció el Señor y le dijo: «Yo soy el Dios de tu padre Abraham. No temas, que yo estoy contigo. Por amor a mi siervo Abraham, te bendeciré y multiplicaré tu descendencia».


Que también te dé, a ti y a tu descendencia, la bendición de Abraham, para que puedan poseer esta tierra donde ahora vives como extranjero, esta tierra que Dios prometió a Abraham.


Jacob volvió a la casa de su padre Isaac en Mamré, cerca de Quiriat Arbá, es decir, Hebrón, donde también habían vivido Abraham e Isaac.


Los dos habían acumulado tantos bienes que no podían estar juntos; la tierra donde vivían no bastaba para alimentar al ganado de ambos.


Jacob se estableció en la tierra de Canaán, donde su padre había residido como extranjero.


con esta promesa: “Te haré fecundo, te multiplicaré, y haré que tus descendientes formen una comunidad de naciones. Además, a tu descendencia daré esta tierra como su posesión perpetua”.


»Dios ha establecido mi casa; ha hecho conmigo un pacto eterno, bien reglamentado y seguro. Dios hará que brote mi salvación y que se cumpla todo mi deseo.


cuando dijo: “Te daré la tierra de Canaán como la herencia que te corresponde”.


Pero el amor del Señor es eterno y siempre está con los que le temen; su justicia está con los hijos de sus hijos,


cuando dijo: «Te daré la tierra de Canaán como la herencia que te corresponde».


del pacto que hizo con Abraham y del juramento que hizo a Isaac.


»Una vez que el Señor los haga entrar en la tierra de los cananeos y se la haya dado, conforme a la promesa que hizo a ustedes y a sus antepasados,


el amo lo hará comparecer ante los jueces. Luego lo llevará a una puerta, o al marco de una puerta, y allí le perforará la oreja con un punzón. Así el esclavo se quedará de por vida con su amo.


Habitaré entre los israelitas y seré su Dios.


Acuérdate de tus siervos Abraham, Isaac e Israel. Tú mismo prometiste que harías a sus descendientes tan numerosos como las estrellas del cielo; tú prometiste que darías a sus descendientes toda esta tierra como su herencia eterna.


y úngelos como ungiste a su padre, para que ministren como mis sacerdotes. La unción les conferirá un sacerdocio válido para todas las generaciones venideras».


También con ellos confirmé mi pacto de darles la tierra de Canaán, donde residieron como forasteros.


Haré de ustedes mi pueblo y yo seré su Dios. Así sabrán que yo soy el Señor su Dios, que los libró de la opresión de los egipcios.


Ellos los exhortaban: “Dejen ya su mal camino y sus malas acciones. Así podrán habitar en la tierra que, desde siempre y para siempre, el Señor ha dado a ustedes y a sus antepasados.


«En aquel tiempo —afirma el Señor—, seré el Dios de todas las familias de Israel, y ellas serán mi pueblo».


para que cumplan mis estatutos y pongan en práctica mis leyes. Entonces ellos serán mi pueblo, y yo seré su Dios.


«Hijo de hombre, la gente que vive en esas ruinas en la tierra de Israel anda diciendo: “Si Abraham, que era uno solo, llegó a poseer todo el país, con mayor razón nosotros, que somos muchos, habremos de recibir la tierra en posesión”.


«Si al entrar ustedes en la tierra de Canaán, la cual les doy en propiedad, yo pongo moho infeccioso en alguna de sus casas,


»Este será un estatuto perpetuo: Una vez al año se deberá hacer el sacrificio para pedir el perdón de todos los israelitas a causa de todos sus pecados». Y se hizo tal como el Señor se lo había mandado a Moisés.


Caminaré entre ustedes. Yo seré su Dios y ustedes serán mi pueblo.


Los haré volver para que vivan en Jerusalén; ellos serán mi pueblo y yo seré su Dios, en la verdad y en la justicia”.


Entonces Moisés dijo al madianita Hobab, hijo de Reuel, que era su suegro: —Estamos por partir hacia la tierra que el Señor prometió darnos. Ven con nosotros. Seremos generosos contigo, ya que el Señor ha prometido ser generoso con Israel.


por medio del cual él y sus descendientes gozarán de un sacerdocio eterno, ya que defendió celosamente mi honor y presentó ofrendas para el perdón de los israelitas».


El Señor dijo a Moisés: —Sube al monte Abarín y contempla desde allí la tierra que he dado a los israelitas.


No le dio herencia alguna en ella, ni siquiera dónde plantar el pie, pero prometió dársela en posesión a él y a su descendencia, aunque Abraham no tenía ni un solo hijo todavía.


porque eres pueblo consagrado al Señor tu Dios. Él te eligió de entre todos los pueblos de la tierra para que fueras su propiedad exclusiva.


Por su parte, hoy mismo el Señor ha declarado que tú eres su pueblo, su propiedad exclusiva, tal como lo prometió. Obedece, pues, todos sus mandamientos.


De esta manera confirma hoy que ustedes son su pueblo, y que él es su Dios, según lo prometió y juró a sus antepasados Abraham, Isaac y Jacob.


«Sube a las montañas de Abarín y contempla desde allí el monte Nebo, en el territorio de Moab, frente a Jericó, y el territorio de Canaán, el cual voy a dar en posesión a los israelitas.


Cuando el Altísimo dio su herencia a las naciones, cuando dividió a toda la humanidad, estableció límites a los pueblos según el número de los hijos de Israel.


Luego el Señor dijo: «Este es el territorio que juré a Abraham, Isaac y Jacob que daría a sus descendientes. Te he permitido verlo con tus propios ojos, pero no podrás entrar en él».


El Señor amó a sus antepasados y escogió la descendencia de ellos. Por eso él mismo, personalmente, con gran poder los sacó de Egipto


De modo que no es por tu justicia ni por tu rectitud por lo que vas a tomar posesión de su tierra. ¡No! La propia maldad de esas naciones hará que el Señor tu Dios las arroje lejos de ti. Así cumplirá lo que juró a tus antepasados Abraham, Isaac y Jacob.


Por eso Cristo es mediador de un nuevo pacto, para que los llamados reciban la herencia eterna prometida, ahora que él ha muerto para liberarlos de las transgresiones cometidas bajo el primer pacto.


«Mi siervo Moisés ha muerto. Por eso tú y todo este pueblo deberán prepararse para cruzar el río Jordán y entrar a la tierra que daré a los israelitas.


El que salga vencedor heredará todo esto y yo seré su Dios y él será mi hijo.


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