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Éxodo 4:8 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

8 —Si con la primera señal milagrosa no te creen ni te hacen caso —dijo el Señor—, tal vez te crean con la segunda.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

8 Si aconteciere que no te creyeren ni obedecieren a la voz de la primera señal, creerán a la voz de la postrera.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

8 El Señor le dijo a Moisés: —Si no te creen ni se convencen con la primera señal milagrosa, se convencerán con la segunda.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

8 Si no te creen -le dijo Yavé- y no los convence el primer prodigio, te creerán con el segundo.

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La Biblia Textual 3a Edicion

8 Y sucederá que si no te creen, ni obedecen la advertencia de la primera señal, creerán la advertencia de la última señal.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

8 'Así, pues, si no te creen y no te escuchan en virtud del primer prodigio, se convencerán por el segundo.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

8 Si aconteciere, que no te creyeren, ni obedecieren a la voz de la primera señal, creerán a la voz de la postrera.

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Éxodo 4:8
10 Referencias Cruzadas  

Al leer la carta, el rey de Israel se rasgó las vestiduras y exclamó: «¿Y acaso soy Dios, capaz de dar vida o muerte, para que este hombre me pida sanar a uno con su piel enferma? ¡Fíjense bien que me está buscando pleito!».


Porque él hiere, pero venda la herida; golpea, pero sana con sus manos.


Entonces Moisés comunicó a Aarón todo lo que el Señor había ordenado decir y todas las señales milagrosas que mandaba realizar.


—¡Llévatela otra vez al pecho! —insistió el Señor. Moisés se llevó de nuevo la mano al pecho y, cuando la sacó, la tenía tan sana como el resto de su cuerpo.


Pero si no te creen ni te hacen caso después de estas dos señales, toma agua del Nilo y derrámala en la tierra seca. En cuanto el agua del río toque el suelo, se convertirá en sangre.


¿Por qué nos repite todo, línea por línea, palabra por palabra, un poquito aquí, un poquito allá?».


A pesar de haber hecho Jesús todas estas señales en presencia de ellos, todavía no creían en él.


»¡Vean ahora que yo soy único! No hay otro dios fuera de mí. Yo doy la muerte y devuelvo la vida, causo heridas y doy sanidad. Nadie puede librarse de mi mano.


—Si me he ganado tu favor, dame una señal de que en realidad eres tú quien habla conmigo —respondió Gedeón—.


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