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Apocalipsis 19:10 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

10 Me postré a sus pies para adorarlo. Pero él me dijo: «¡No, cuidado! Soy un siervo como tú y como tus hermanos que se mantienen fieles al testimonio de Jesús. ¡Adora solo a Dios! El testimonio de Jesús es el espíritu que inspira la profecía».

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

10 Yo me postré a sus pies para adorarle. Y él me dijo: Mira, no lo hagas; yo soy consiervo tuyo, y de tus hermanos que retienen el testimonio de Jesús. Adora a Dios; porque el testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

10 Entonces me postré a sus pies para adorarlo, pero me dijo: «No, no me adores a mí. Yo soy un siervo de Dios, como tú y tus hermanos que dan testimonio de su fe en Jesús. Adora únicamente a Dios, porque la esencia de la profecía es dar un claro testimonio de Jesús».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

10 Caí a sus pies para adorarlo, pero él me dijo: 'No lo hagas, yo no soy más que un servidor como tú y como tus hermanos que transmiten las declaraciones de Jesús (son declaraciones de Jesús las que vienen del espíritu de los profetas). Sólo debes adorar a Dios.

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La Biblia Textual 3a Edicion

10 Y yo caí ante sus pies para adorarlo, pero me dijo: ¡Mira, no!, que soy consiervo tuyo y de tus hermanos, de los que retienen el testimonio de Jesús.° ¡Adora a Dios! porque el testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

10 Yo caí a sus pies para adorarlo. Pero me dijo: 'No hagas eso. Consiervo tuyo soy y de tus hermanos, que tienen el testimonio de Jesús. A Dios has de adorar'. Pues el testimonio de Jesús es el espíritu de profecía.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

10 Y yo me postré a sus pies para adorarle. Y él me dijo: Mira, no lo hagas; yo soy consiervo tuyo, y de tus hermanos que tienen el testimonio de Jesús. Adora a Dios; porque el testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía.

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Apocalipsis 19:10
40 Referencias Cruzadas  

Adoren solo al Señor, que los sacó de Egipto con gran despliegue de fuerza y poder. Ante él deben inclinarse y ofrecerle sacrificios.


El rey está cautivado por tu hermosura; él es tu señor: póstrate ante él.


No adores a otros dioses, porque el Señor es muy celoso. Su nombre es Dios celoso.


Al oír esto, el rey Nabucodonosor se postró ante Daniel y lo honró; ordenó que se le presentara una ofrenda e incienso


De su presencia brotaba un torrente de fuego. Miles y millares le servían; centenares de miles estaban delante de él. Al iniciarse el juicio, los libros fueron abiertos.


—¡Vete, Satanás! —dijo Jesús—. Porque escrito está: “Adora al Señor tu Dios y sírvele solamente a él”.


Llegó entonces uno de los jefes de la sinagoga llamado Jairo. Al ver a Jesús, se arrojó a sus pies


De hecho, muy pronto se enteró de su llegada una mujer que tenía una pequeña hija poseída por un espíritu maligno, así que fue y se arrojó a sus pies.


—Yo soy Gabriel y estoy a las órdenes de Dios —contestó el ángel—. He sido enviado para hablar contigo y darte estas buenas noticias.


Luego dijo: —Cuando todavía estaba yo con ustedes, les decía que tenía que cumplirse todo lo que está escrito acerca de mí en la Ley de Moisés, en los Profetas y en los Salmos.


Ustedes estudian con diligencia las Escrituras porque piensan que en ellas hallan la vida eterna. ¡Y son ellas las que dan testimonio en mi favor!


De él dan testimonio todos los profetas: que todo el que cree en él recibe, por medio de su nombre, el perdón de los pecados.


Los habitantes de Jerusalén y sus gobernantes no reconocieron a Jesús. Por tanto, al condenarlo, cumplieron las palabras de los profetas que se leen todos los sábados.


Pero ustedes, así como sobresalen en todo —en fe, en palabras, en conocimiento, en dedicación y en su amor hacia nosotros—, procuren también sobresalir en esta gracia de dar.


Así que tengan cuidado de su manera de vivir. No vivan como necios, sino como sabios,


En todo caso, cada uno de ustedes ame también a su esposa como a sí mismo y que la esposa respete a su esposo.


Porque la circuncisión somos nosotros, los que por medio del Espíritu de Dios adoramos, nos enorgullecemos en Cristo Jesús y no ponemos nuestra confianza en esfuerzos humanos.


Asegúrense de que nadie pague mal por mal; más bien, esfuércense siempre por hacer el bien, no solo entre ustedes, sino a todos.


¿No son todos los ángeles espíritus dedicados al servicio divino, enviados para ayudar a los que han de heredar la salvación?


Tengan cuidado de no rechazar al que habla, pues si no escaparon aquellos que rechazaron al que los amonestaba en la tierra, mucho menos escaparemos nosotros si le volvemos la espalda al que nos amonesta desde el cielo.


El que cree en el Hijo de Dios acepta este testimonio. El que no cree a Dios lo hace pasar por mentiroso, por no haber creído el testimonio que Dios ha dado acerca de su Hijo.


Queridos hijos, apártense de los ídolos.


Esta es la revelación de Jesucristo, que Dios le dio para mostrar a sus siervos lo que sin demora tiene que suceder. Jesucristo envió a su ángel para dar a conocer la revelación a su siervo Juan,


Yo, Juan, hermano de ustedes y compañero en el sufrimiento, en el reino y en la perseverancia que tenemos en Jesús, estaba en la isla de Patmos por causa de la palabra de Dios y del testimonio de Jesús.


Ellos lo han vencido por medio de la sangre del Cordero y por el mensaje del cual dieron testimonio; no valoraron tanto su vida como para evitar la muerte.


Entonces el dragón se enfureció contra la mujer y se fue a hacer guerra contra el resto de sus descendientes, los cuales obedecen los mandamientos de Dios y se mantienen fieles al testimonio de Jesús.


Gritaba a gran voz: «Teman a Dios y denle gloria, porque ha llegado la hora de su juicio. Adoren al que hizo el cielo, la tierra, el mar y los manantiales».


¿Quién no te temerá, oh Señor? ¿Quién no glorificará tu nombre? Solo tú eres santo. Todas las naciones vendrán y te adorarán, porque han salido a la luz las obras de tu justicia».


El ángel me dijo: «Escribe: “¡Dichosos los que han sido convidados a la cena de las bodas del Cordero!”». Y añadió: «Estas son las palabras verdaderas de Dios».


los veinticuatro ancianos se postraban ante él y adoraban al que vive por los siglos de los siglos. Y deponían sus coronas delante del trono exclamando:


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