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Apocalipsis 11:2 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

2 Pero no incluyas el atrio exterior del templo; no lo midas, porque ha sido entregado a los gentiles, los cuales pisotearán la ciudad santa durante cuarenta y dos meses.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

2 Pero el patio que está fuera del templo déjalo aparte, y no lo midas, porque ha sido entregado a los gentiles; y ellos hollarán la ciudad santa cuarenta y dos meses.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

2 pero no midas el atrio exterior porque ha sido entregado a las naciones, las cuales pisotearán la ciudad santa durante cuarenta y dos meses.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

2 No midas el patio exterior ni lo tomes en cuenta, pues ha sido entregado a los paganos, quienes pisotearán la Ciudad Santa durante cuarenta y dos meses.

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La Biblia Textual 3a Edicion

2 pero el atrio del santuario déjalo fuera° y no lo midas, porque ha sido entregado a los gentiles, y ellos hollarán la ciudad santa° durante cuarenta y dos meses.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

2 El atrio exterior del templo déjalo aparte y no lo midas, porque ha sido entregado a los gentiles, que pisotearán la ciudad santa durante cuarenta y dos meses.

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Apocalipsis 11:2
32 Referencias Cruzadas  

Y la mujer huyó al desierto, a un lugar que Dios le había preparado para que allí la sustentaran durante mil doscientos sesenta días.


Caerán a filo de espada y los llevarán cautivos a todas las naciones. Los que no son judíos pisotearán a Jerusalén, hasta que se cumplan los tiempos señalados para ellos.


Hablará en contra del Altísimo y oprimirá a sus santos; tratará de cambiar las fechas importantes y también las leyes, y los santos quedarán bajo su poder por un tiempo, dos tiempos y medio tiempo.


Por mi parte, yo encargaré a mis dos testigos que, vestidos de luto, profeticen durante mil doscientos sesenta días».


»Y oí al hombre vestido de tela de lino, que estaba sobre las aguas del río, el cual levantó las manos al cielo y juró por el que vive para siempre: “Faltan un tiempo, tiempos y medio tiempo. Todo esto se cumplirá, cuando termine la destrucción del pueblo santo”.


Vi además la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que bajaba del cielo, procedente de Dios, preparada como una novia hermosamente vestida para su prometido.


¡Despierta, Sión, despierta! ¡Revístete de poder! Jerusalén, ciudad santa, ponte tus vestidos de gala, pues los incircuncisos e impuros no volverán a entrar en ti.


Y si alguno quita palabras de este libro de profecía, Dios le quitará su parte del árbol de la vida y de la ciudad santa, descritos en este libro.


Salieron de los sepulcros y, después de la resurrección de Jesús, entraron en la ciudad santa y se aparecieron a muchos.


»Ustedes son la sal de la tierra. Pero si la sal pierde su sabor, ¿cómo lo recobrará? Ya no sirve para nada, sino para que la gente la deseche y la pisotee.


Luego el diablo lo llevó a la ciudad santa e hizo que se pusiera de pie sobre la parte más alta del Templo


Creció hasta alcanzar al ejército de los cielos e hizo caer a tierra algunos del ejército de las estrellas y los pisoteó.


El hombre tomó las medidas de los cuatro lados. La zona estaba rodeada por un muro que medía quinientos codos de largo por quinientos codos de ancho. Este muro separaba lo sagrado de lo profano.


Pasados los tres días y medio, entró en ellos un aliento de vida enviado por Dios; se pusieron de pie y quienes los observaban quedaron sobrecogidos de terror.


¿Cuánto mayor castigo piensan ustedes que merece el que ha pisoteado al Hijo de Dios, que ha profanado la sangre del pacto por la cual había sido santificado y que ha insultado al Espíritu de la gracia?


»Quise entonces saber el significado de la cuarta bestia, que era muy diferente a las demás. Era más aterradora, pues tenía colmillos de hierro y garras de bronce. Desmenuzaba a sus víctimas y las devoraba, pisoteando luego sus restos.


El enemigo se adueñó de todos sus tesoros. Ella vio naciones paganas entrar en su santuario, a las que tú prohibiste entrar en tu asamblea.


Ustedes que se llaman ciudadanos de la ciudad santa y confían en el Dios de Israel, cuyo nombre es el Señor de los Ejércitos:


Oh Dios, los pueblos paganos han invadido tu herencia; han profanado tu santo Templo, han dejado en ruinas a Jerusalén.


La exploración del país duró cuarenta días, así que ustedes sufrirán un año por cada día. Cuarenta años llevarán a cuestas su maldad y sabrán lo que es tenerme por enemigo”.


Voy a decirles lo que haré con mi viña: Le quitaré su cerco para que sirva de pasto; derribaré su muro para que sea pisoteada.


»Cuando cumplas ese plazo, volverás a acostarte, pero esta vez sobre tu lado derecho. Cuarenta días cargarás con la culpa del pueblo de Judá, o sea, un día por cada año.


»Escuché entonces que uno de los santos hablaba y que otro le preguntaba: “¿Cuánto tiempo va a tardar lo anunciado en esta visión: el sacrificio diario, la rebeldía desoladora, la entrega del santuario y la humillación del ejército?”.


»Y aquel santo me dijo: “Va a tardar dos mil trescientas tardes y mañanas. Después de eso, se purificará el santuario”.


Me llevó en el Espíritu a una montaña grande y elevada, y me mostró la ciudad santa, Jerusalén, que bajaba del cielo, procedente de Dios.


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