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Apocalipsis 10:5 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

5 El ángel que yo había visto de pie sobre el mar y sobre la tierra levantó al cielo su mano derecha

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

5 Y el ángel que vi en pie sobre el mar y sobre la tierra, levantó su mano al cielo,

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Biblia Nueva Traducción Viviente

5 Entonces el ángel que vi de pie sobre el mar y sobre la tierra levantó la mano derecha hacia el cielo.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

5 Entonces el ángel que había visto de pie sobre el mar y la tierra levantó su mano derecha al cielo

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La Biblia Textual 3a Edicion

5 Y el ángel que vi en pie sobre el mar y sobre la tierra, levantó su diestra hacia el cielo,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

5 Y el ángel que yo había visto de pie sobre el mar y sobre la tierra levantó al cielo su mano derecha.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

5 Y el ángel que vi en pie sobre el mar y sobre la tierra, levantó su mano al cielo,

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Apocalipsis 10:5
29 Referencias Cruzadas  

Pero Abram contestó: —He jurado por el Señor, el Dios Altísimo, Creador del cielo y de la tierra,


¡Solo tú eres el Señor! Tú has hecho los cielos, los cielos de los cielos y todo lo que hay en ellos. Tú hiciste la tierra y el mar con todo lo que en ellos hay. Tú das vida a todo lo creado. ¡Por eso te adora todo lo que hay en los cielos!


Dichoso aquel cuya ayuda es el Dios de Jacob, cuya esperanza está en el Señor su Dios,


Porque en seis días hizo el Señor los cielos y la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos, y descansó el séptimo día. Por eso el Señor bendijo y consagró el día de reposo.


Y los llevaré a la tierra que juré solemnemente con la mano en alto dar a Abraham, Isaac y Jacob. Yo, el Señor, les daré a ustedes posesión de ella”».


»”También juré solemnemente con la mano en alto en el desierto que no los llevaría a la tierra que les había dado: ¡la tierra más hermosa de todas, donde abundan la leche y la miel!


En el desierto, también juré solemnemente con la mano en alto que los dispersaría entre las naciones. Los esparciría entre los países


Cuando los hice entrar en la tierra que juré solemnemente con la mano en alto darles, ellos hacían sacrificios y presentaban esas ofrendas que tanto me ofenden; lo hacían ante cualquier cerro o árbol frondoso que veían. Allí quemaban incienso aromático y derramaban sus ofrendas líquidas.


Y, cuando yo los lleve a la tierra de Israel, al país que juré solemnemente dar a sus antepasados, entonces reconocerán que yo soy el Señor.


Adviérteles que así dice el Señor y Dios: “El día en que elegí a Israel, hice un juramento solemne con la mano en alto a la descendencia de Jacob. El día en que me di a conocer a ellos en Egipto, volví a hacerles este juramento con la mano en alto: ‘Yo soy el Señor su Dios’.


Por eso, así dice el Señor y Dios: Juro solemnemente con la mano en alto que las naciones vecinas también sufrirán su propia deshonra.


Deben dividirla por partes iguales entre ustedes. Porque con la mano en alto juré solemnemente a sus antepasados darles este país como herencia.


»Y oí al hombre vestido de tela de lino, que estaba sobre las aguas del río, el cual levantó las manos al cielo y juró por el que vive para siempre: “Faltan un tiempo, tiempos y medio tiempo. Todo esto se cumplirá, cuando termine la destrucción del pueblo santo”.


—Señores, ¿por qué hacen esto? Nosotros también somos hombres mortales como ustedes. Las buenas noticias que anunciamos son que dejen estas cosas sin valor y se vuelvan al Dios viviente, que hizo el cielo, la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos.


Al pasar y fijarme en sus lugares sagrados, encontré incluso un altar con esta inscripción: a un dios desconocido. Pues bien, eso que ustedes adoran como algo desconocido es lo que yo les anuncio.


Porque desde la creación del mundo las cualidades invisibles de Dios, es decir, su eterno poder y su naturaleza divina, se perciben claramente a través de lo que él creó, de modo que nadie tiene excusa.


Alzo la mano al cielo y solemnemente juro: Tan cierto como que vivo para siempre,


Cuando Dios hizo su promesa a Abraham, como no tenía a nadie superior por quien jurar, juró por sí mismo


Yo soy el que vive. Estuve muerto, pero ahora vivo por los siglos de los siglos y tengo las llaves de la muerte y sus dominios.


Llevaba en la mano un pequeño rollo escrito que estaba abierto. Puso el pie derecho sobre el mar y el izquierdo sobre la tierra


Gritaba a gran voz: «Teman a Dios y denle gloria, porque ha llegado la hora de su juicio. Adoren al que hizo el cielo, la tierra, el mar y los manantiales».


El séptimo ángel derramó su copa en el aire y desde el trono del templo salió una gran voz que decía: «¡Está hecho!».


«Digno eres, Señor y Dios nuestro, de recibir la gloria, la honra y el poder, porque tú creaste todas las cosas; por tu voluntad existen y fueron creadas».


Cada vez que estos seres vivientes daban gloria, honra y acción de gracias al que estaba sentado en el trono, al que vive por los siglos de los siglos,


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