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Amós 2:9 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

9 »Fui yo quien destruí a los amorreos delante de ellos; aunque eran altos como el cedro y fuertes como la encina; destruí su fruto arriba y sus raíces abajo.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

9 Yo destruí delante de ellos al amorreo, cuya altura era como la altura de los cedros, y fuerte como una encina; y destruí su fruto arriba y sus raíces abajo.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

9 »Pero ante los ojos de mi pueblo destruí a los amorreos, aunque eran tan altos como cedros y tan fuertes como robles. Destruí el fruto de sus ramas y arranqué sus raíces.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

9 Yo, también, los saqué a ustedes de Egipto y los conduje por el desierto durante cuarenta años, para que tomaran posesión del territorio amorreo.

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La Biblia Textual 3a Edicion

9 Yo, que destruí ante ellos al amorreo, Cuya altura era como la de los cedros, Y cuya fortaleza como la del roble, Y aún así destruí su fruto por arriba y sus raíces por debajo;

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

9 Y esto, a pesar de que yo exterminé al amorreo ante ellos, tan alto como los cedros tan recio como los robles; yo destruí su fruto por arriba y sus raíces por abajo.

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Amós 2:9
27 Referencias Cruzadas  

Cuatro generaciones después, tus descendientes volverán a este lugar, porque antes de eso no habrá llegado al colmo la iniquidad de los amorreos.


y el antepasado de los jebuseos, los amorreos, los gergeseos,


En el tronco, sus raíces se han secado; en la copa, sus ramas se marchitan.


Así que he descendido para librarlos del poder de los egipcios y sacarlos de ese país, para llevarlos a una tierra buena y espaciosa, tierra donde abundan la leche y la miel. Me refiero al país de los cananeos, hititas, amorreos, ferezeos, heveos y jebuseos.


Por lo que a ti toca, cumple con lo que hoy te mando. Echaré de tu presencia a los amorreos, cananeos, hititas, ferezeos, heveos y jebuseos.


¡Miren! El Señor, el Señor de los Ejércitos, desgaja las ramas con fuerza increíble. Los árboles más altos son talados; los más elevados son abatidos.


Por eso, así como las lenguas de fuego devoran la paja y el pasto seco se consume en las llamas, su raíz se pudrirá y, como el polvo, se disipará su flor. Porque han rechazado la Ley del Señor de los Ejércitos y han desdeñado la palabra del Santo de Israel.


»Adviértele que así dice el Señor y Dios: “¿Prosperará esa vid? ¿El águila no la arrancará de raíz? ¿No le quitará su fruto y así la vid se marchitará? Sí, los tiernos retoños se secarán. No hará falta un brazo fuerte ni mucha gente para arrancarla de raíz.


»Miren, ya viene el día, ardiente como un horno. Todos los soberbios y todos los malvados serán como paja; ese día les prenderá fuego hasta dejarlos sin raíz ni rama —dice el Señor de los Ejércitos—.


El Señor se encendió en ira contra Israel y los hizo vagar por el desierto cuarenta años, hasta que murió toda la generación que había pecado.


¿A dónde iremos? Nuestros hermanos nos han llenado de miedo, pues nos informan que la gente de allá es más fuerte y más alta que nosotros, y que las ciudades son grandes y tienen muros que llegan hasta el cielo. ¡Para colmo, nos dicen que allí vieron anaquitas!».


Por cierto, el rey Og de Basán fue el último de los refaítas. Su cama era de hierro y medía nueve codos de largo y cuatro codos de ancho. Todavía está en Rabá de los amonitas.


Ese día en que el Señor entregó a los amorreos en manos de los israelitas, Josué habló al Señor y luego dijo en presencia de todo el pueblo: «Sol, detente en Gabaón; luna, párate sobre el valle de Ayalón».


Y añadió: «Ahora sabrán que el Dios viviente está en medio de ustedes y que de seguro expulsará a los cananeos, los hititas, los heveos, los ferezeos, los gergeseos, los amorreos y los jebuseos.


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