Biblia Todo Logo
La Biblia Online
- Anuncios -





2 Samuel 18:8 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

8 La batalla se extendió por toda el área, de modo que el bosque causó más muertes que la espada misma.

Ver Capítulo Copiar


Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

8 Y la batalla se extendió por todo el país; y fueron más los que destruyó el bosque aquel día, que los que destruyó la espada.

Ver Capítulo Copiar

Biblia Nueva Traducción Viviente

8 La batalla se extendió con furor por todo el campo, y perecieron en el bosque más hombres que los que murieron a espada.

Ver Capítulo Copiar

Biblia Católica (Latinoamericana)

8 La batalla prosiguió luego por todo el sector y ese día perecieron más hombres en las barrancas del bosque que en el combate.

Ver Capítulo Copiar

La Biblia Textual 3a Edicion

8 Y la batalla se extendió sobre la faz de toda aquella tierra; y el bosque mató más gente en aquel día que la que devoró la espada.

Ver Capítulo Copiar

Biblia Serafín de Ausejo 1975

8 Se extendió la lucha por toda aquella región, y hubo aquel día mas gente devorada por el bosque que por la espada.

Ver Capítulo Copiar

Biblia Reina Valera Gómez (2023)

8 Y la batalla se extendió por todo el país; y fueron más los que consumió el bosque aquel día, que los que consumió la espada.

Ver Capítulo Copiar




2 Samuel 18:8
10 Referencias Cruzadas  

Los soldados de David derrotaron allí al ejército de Israel. La lucha fue intensa aquel día: hubo veinte mil bajas.


Absalón, que huía montado en una mula, se encontró con los soldados de David. La mula se metió por debajo de una gran encina y a Absalón se le trabó la cabeza entre las ramas. Como la mula siguió de largo, Absalón quedó colgado en el aire.


Los demás soldados huyeron a Afec, pero la muralla de la ciudad se desplomó sobre veintisiete mil de ellos. Ben Adad, que también se había escapado a la ciudad, andaba de escondite en escondite.


¡Levántate, Señor! ¡Ponme a salvo, Dios mío! ¡Rómpeles la quijada a mis enemigos! ¡Rómpeles los dientes a los malvados!


¡Júzgame, oh Dios! Defiende mi causa frente a esta nación impía; líbrame de gente mentirosa y malhechora.


Pero con un soplo tuyo se los tragó el mar; se hundieron como plomo en las aguas turbulentas.


Hijo mío, teme al Señor y honra al rey y no te juntes con los rebeldes,


porque de los dos recibirás un castigo repentino ¡y quién sabe qué calamidades sobrevendrán!


Mientras los amorreos huían de Israel, por la bajada entre Bet Jorón y Azeca, el Señor mandó del cielo una tremenda granizada que mató a más gente de la que el ejército israelita había matado a filo de espada.


Síguenos en:

Anuncios


Anuncios


¡Síguenos en WhatsApp! Síguenos