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2 Samuel 14:9 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

9 Pero la mujer de Tecoa respondió: —Mi señor y rey, que la culpa caiga sobre mí y sobre mi familia, y no sobre el rey ni su trono.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

9 Y la mujer de Tecoa dijo al rey: Rey señor mío, la maldad sea sobre mí y sobre la casa de mi padre; mas el rey y su trono sean sin culpa.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

9 —¡Oh gracias, mi señor el rey! —le respondió la mujer de Tecoa—. Si lo critican por ayudarme, que la culpa caiga sobre mí y sobre la casa de mi padre, y que el rey y su trono sean inocentes.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

9 La mujer de Tecoa dijo al rey: '¡Señor rey, que este problema me afecte sólo a mí y a mi familia, pero que el rey y su trono no tengan por qué preocuparse!'

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La Biblia Textual 3a Edicion

9 La mujer de Tecoa dijo entonces al rey: ¡Oh rey señor mío, recaiga la iniquidad sobre mí y sobre la casa de mi padre, pero que el rey y su trono sean libres de culpa!°

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

9 Pero la mujer de Tecoa dijo al rey. '¡Caiga sobre mí y sobre la casa de mi padre la culpa, oh mi señor el rey, y queden limpios de ella el rey y su trono!'.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

9 Y la mujer de Tecoa dijo al rey: Rey señor mío, la maldad sea sobre mí y sobre la casa de mi padre; mas el rey y su trono sean sin culpa.

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2 Samuel 14:9
10 Referencias Cruzadas  

—Hijo mío, ¡que esa maldición caiga sobre mí! —le contestó su madre—. Tan solo haz lo que te pido y ve a buscarme esos cabritos.


Yo te respondo por su seguridad; a mí me pedirás cuentas. Si no te lo devuelvo sano y salvo, yo seré el culpable ante ti para toda la vida.


—Si alguien te amenaza —insistió el rey—, tráemelo para que no vuelva a molestarte.


—Regresa a tu casa, que yo me encargaré de este asunto —respondió el rey.


¡Que la culpa de esas muertes recaiga para siempre sobre la cabeza de Joab y de sus descendientes! ¡Pero que la paz del Señor permanezca para siempre con David y sus descendientes, con su linaje y su trono!


»No contaminarán la tierra que habitan. El derramamiento de sangre contamina la tierra, y solo con la sangre de aquel que la derramó es posible purificar la tierra.


—¡Que la culpa de su muerte caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos! —contestó todo el pueblo.


Se arrojó a sus pies y dijo: —Señor mío, yo tengo la culpa. Deje que esta sierva suya hable; le ruego que me escuche.


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