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Juan 10:10 - La Palabra (versión española)

10 El ladrón solo viene para robar, matar y destruir. Yo he venido para que todos tengan vida, y la tengan abundante.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

10 El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

10 El propósito del ladrón es robar y matar y destruir; mi propósito es darles una vida plena y abundante.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

10 El ladrón sólo viene a robar, matar y destruir, mientras que yo he venido para que tengan vida y la tengan en plenitud.

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La Biblia Textual 3a Edicion

10 El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir. Yo he venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

10 El ladrón no viene sino para robar y matar y hacer estragos; yo he venido para que tengan vida, una vida plena.

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Juan 10:10
25 Referencias Cruzadas  

son también perros voraces, que no conocen la hartura. Y hasta sus mismos pastores no saben ni entienden nada; todos siguen su camino, todos van tras su provecho:


Cada vez que quiero curar a Israel, se manifiesta el pecado de Efraín y las maldades de Samaría. Y es que practican la mentira; el ladrón entra en las casas y, fuera, hacen estragos los bandidos.


Guardaos, pues, de despreciar a alguno de estos pequeños, porque os aseguro que en el cielo sus ángeles están siempre en presencia de mi Padre celestial. [


Y es que el Hijo del hombre ha venido a salvar lo que estaba perdido].


De la misma manera que el Hijo del hombre no ha venido para ser servido, sino para servir y dar su vida en pago de la libertad de todos.


increpándolos: —Esto dicen las Escrituras: Mi casa ha de ser casa de oración; pero vosotros la habéis convertido en una cueva de ladrones.


¡Ay de vosotros, maestros de la ley y fariseos hipócritas, que cerráis a la gente la entrada en el reino de los cielos! Ni entráis vosotros ni dejáis entrar a los que quieren entrar. [


Y los instruía increpándolos: —¿Acaso no dicen las Escrituras que mi casa ha de ser casa de oración para todas las naciones? Pero vosotros la habéis convertido en una cueva de ladrones.


En efecto, el Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido.


Os aseguro que quien no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas, sino por cualquier otra parte, es un ladrón y un salteador.


Yo soy el buen pastor. El buen pastor se desvive por las ovejas.


No seré yo quien condene al que escuche mis palabras y no haga caso de ellas, porque yo no he venido para condenar al mundo, sino para salvarlo.


En realidad, a él los pobres le traían sin cuidado; dijo esto porque era ladrón y, como tenía a su cargo la bolsa del dinero, robaba de lo que depositaban en ella.


Pues no envió Dios a su Hijo para dictar sentencia de condenación contra el mundo, sino para que por medio de él se salve el mundo.


A pesar de ello, vosotros no queréis aceptarme para obtener esa vida.


El pan que Dios da, baja del cielo y da vida al mundo.


Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo voy a dar es mi carne, entregada para que el mundo tenga vida.


Pues bien, ¿por qué no aprendes, tú, que enseñas a los otros? ¿Por qué robas, tú, que exhortas a no robar?


Es esta una palabra digna de crédito y que debe aceptarse sin reservas, a saber, que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, entre los cuales yo soy el primero.


Igualmente, queriendo Dios asegurar a los herederos de la promesa que su decisión era irrevocable, interpuso un juramento.


Puede, por tanto, salvar de forma definitiva a quienes por medio de él se acercan a Dios, pues está siempre vivo para interceder por ellos.


Es más, se os facilitará una puerta espaciosa para entrar en el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.


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