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2 Samuel 3:34 - La Palabra (versión española)

34 Tus manos estaban libres y en tus pies no había cadenas. Caíste como quien cae a manos de criminales. Y todo el pueblo siguió llorando por él.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

34 Tus manos no estaban atadas, ni tus pies ligados con grillos; Caíste como los que caen delante de malos hombres. Y todo el pueblo volvió a llorar sobre él.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

34 Tus manos no estaban atadas; tus pies no estaban encadenados. No, fuiste asesinado, víctima de un complot perverso». Entonces todo el pueblo lloró nuevamente por Abner.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

34 Tus manos no estaban atadas, tus pies no estaban apretados por cadenas de bronce, pero caíste como cae uno en manos de criminales'. Todo el pueblo se puso a llorar.

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La Biblia Textual 3a Edicion

34 Tus manos no estaban atadas,° Ni apresados tus pies con grilletes. Antes, como quien cae delante de los hijos de iniquidad, así caíste tú. Y todo el pueblo° lloraba por él.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

34 Tus manos no estaban atadas, ni tus pies sujetos con cadenas. ¡Has sucumbido como quien sucumbe ante malhechores!'. Y todo el pueblo siguió llorando por él.

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2 Samuel 3:34
8 Referencias Cruzadas  

Hicieron duelo, lloraron y ayunaron hasta el atardecer por Saúl y por su hijo Jonatán, por el pueblo del Señor y por la casa de Israel, pues habían caído a espada.


Entonces el rey entonó esta elegía por Abner: ¿Tenías que morir, Abner, de una muerte tan infame?


Luego se allegaron a David para hacerle comer algo mientras aún fuese de día. Pero David hizo este juramento: —¡Que Dios me castigue, si antes de ponerse el sol pruebo pan o alguna otra cosa!


El asesino madruga con el alba para matar a pobres y necesitados; por la noche se dedica a robar.


Se trata de una elegía que entonarán las capitales de las naciones. La entonarán por Egipto y su ejército —oráculo del Señor Dios.


Cual banda de ladrones al acecho, así los sacerdotes en grupo asesinan y cometen tropelías en el camino de Siquén.


Los filisteos se apoderaron de él, le sacaron los ojos, y lo llevaron a Gaza. Allí lo ataron con una doble cadena de bronce y lo encerraron en la cárcel donde daba vueltas a la rueda de molino.


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