2 Samuel 21:3 - La Palabra (versión española)

³ y les dijo: —¿Qué puedo hacer por vosotros? ¿Cómo podría desagraviaros para que podáis bendecir la heredad del Señor?

Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

³ Dijo, pues, David a los gabaonitas: ¿Qué haré por vosotros, o qué satisfacción os daré, para que bendigáis la heredad de Jehová?

Biblia Nueva Traducción Viviente

³ David les preguntó: —¿Qué puedo hacer por ustedes? ¿Cómo puedo compensarlos para que ustedes vuelvan a bendecir al pueblo del Señor?

Biblia Católica (Latinoamericana)

³ y les dijo: '¿Qué tenemos que hacer como reparación para que ustedes bendigan la herencia de Yavé?'

La Biblia Textual 3a Edicion

³ Dijo pues David a los gabaonitas: ¿Qué puedo hacer por vosotros, y con qué os haré compensación para que bendigáis la heredad de YHVH?

Biblia Serafín de Ausejo 1975

³ Dijo, pues, David a los gabaonitas: '¿Qué queréis que haga por vosotros? ¿Qué expiación puedo ofrecer para que vosotros bendigáis la heredad de Yahveh?'.

2 Samuel 21:3 Referencias Cruzadas

2 Samuel 20:19

Somos israelitas pacíficos y fieles ¡y tú pretendes destruir una ciudad importante de Israel! ¿Por qué quieres arruinar el patrimonio del Señor?

Éxodo 32:30

Al día siguiente Moisés dijo al pueblo: —Habéis cometido un pecado gravísimo; no obstante voy a subir adonde está el Señor, a ver si logro que os perdone.

Levítico 1:4

Pondrá su mano sobre la cabeza del animal destinado al holocausto, para que el sacrificio sea aceptado como expiación de parte suya.

Jonás 1:11

Pero como el mar seguía encrespándose, volvieron a preguntarle: —¿Qué podríamos hacer contigo para que el mar se calme?

Hebreos 9:22

Y es que, según la ley, prácticamente todas las cosas se purifican mediante la sangre y, si no hay derramamiento de sangre, tampoco hay perdón.

1 Samuel 2:25

Si una persona ofende a otra, el Señor puede actuar de árbitro; pero si alguien ofende a Dios, ¿quién mediará en su favor? Pero ellos no hacían caso a su padre, porque Dios había decidido que murieran.

1 Samuel 26:19

Ruego a mi señor, el rey, que se digne escuchar las palabras de su siervo. Si es el Señor quien te empuja contra mí, se aplacará con una ofrenda; pero si son los hombres, ¡que el Señor los maldiga! Porque hoy me expulsan y me impiden participar en la herencia del Señor, mandándome a servir a otros dioses.