Biblia Todo Logo
La Biblia Online

- Anuncios -





2 Samuel 1:10 - La Palabra (versión española)

10 Así que me acerqué y lo rematé, pues comprendí que no sobreviviría a su caída. Luego tomé la corona de su cabeza y el brazalete de su brazo y se los traigo aquí a mi señor.

Ver Capítulo Copiar


Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

10 Yo entonces me puse sobre él y le maté, porque sabía que no podía vivir después de su caída; y tomé la corona que tenía en su cabeza, y la argolla que traía en su brazo, y las he traído acá a mi señor.

Ver Capítulo Copiar

Biblia Nueva Traducción Viviente

10 »De modo que lo maté —dijo el amalecita a David—, porque me di cuenta de que no iba a vivir. Luego tomé su corona y su brazalete y se los he traído a usted, mi señor.

Ver Capítulo Copiar

Biblia Católica (Latinoamericana)

10 Entonces me acerqué y lo maté porque bien sabía que no sobreviviría una vez que cayera al suelo; luego tomé la corona que tenía en la cabeza, la pulsera que llevaba en el brazo y se los traje a usted, señor'.

Ver Capítulo Copiar

La Biblia Textual 3a Edicion

10 Así que me puse junto a él y lo rematé, porque sabía que no podría vivir después de haber caído así, y tomé la corona que tenía en su cabeza y el brazalete que tenía en su brazo, y los he traído aquí a mi señor.

Ver Capítulo Copiar

Biblia Serafín de Ausejo 1975

10 Acerquéme a él y le maté, porque estaba cierto de que no había de sobrevivir a su caída. Tomé luego la diadema que llevaba en la cabeza y el brazalete que tenía en el brazo, y se los he traído aquí a mi señor'.

Ver Capítulo Copiar




2 Samuel 1:10
10 Referencias Cruzadas  

David añadió: —¡Eres responsable de tu propia muerte! Tú mismo te has delatado al confesar que habías matado al ungido del Señor.


Después me dijo: «Por favor, acércate y remátame, porque estoy agonizando y no acabo de morir».


Se apoderó de la corona real, la corona que pesaba treinta y tres kilos de oro, y de una piedra preciosa, que David puso sobre su cabeza, y sacó de la ciudad un inmenso botín.


Entonces Joyadá sacó al hijo del rey, le entregó la corona y el testimonio, lo ungió y lo proclamó rey; finalmente aplaudieron, aclamándolo: —¡Viva el rey!


Se nos ha caído la corona. ¡Ay de nosotros, que hemos pecado!


Porque del mismo modo que juzguéis a los demás, os juzgará Dios a vosotros, y os medirá con la misma medida con que vosotros midáis a los demás.


Y Adoni Bécec dijo: —Setenta reyes, con los pulgares de manos y pies cortados, recogían migajas bajo mi mesa. Dios me ha pagado según mi conducta. Lo llevaron a Jerusalén y allí murió.


Él llamó enseguida a su escudero y le dijo: —Saca tu espada y mátame. Para que no se diga de mí que una mujer me dio muerte. Su escudero lo atravesó con la espada, y murió.


Entonces el rey dijo a Doeg: —Acércate tú y mata a los sacerdotes. Doeg, el edomita, se acercó y mató personalmente a los sacerdotes. Aquel día mató a ochenta y cinco hombres que vestían efod de lino.


Síguenos en:

Anuncios


Anuncios


¡Síguenos en WhatsApp! Síguenos