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1 Samuel 6:9 - La Palabra (versión española)

9 Observad entonces: si se encamina hacia su territorio y sube hacia Bet Semes, demostrará que él nos ha causado esta terrible plaga. Si no es así, sabremos que él no nos ha castigado y que ha sido un accidente.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

9 Y observaréis; si sube por el camino de su tierra a Bet-semes, él nos ha hecho este mal tan grande; y si no, sabremos que no es su mano la que nos ha herido, sino que esto ocurrió por accidente.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

9 Si cruzan la frontera de nuestra tierra y van hacia Bet-semes, sabremos que fue el Señor quien trajo este terrible desastre sobre nosotros. Si no la cruzan, sabremos que no fue la mano de Dios que causó esta plaga; más bien sucedió por pura casualidad.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

9 Miren entonces. Si el Arca se va a su país en dirección a Bet-Semés, su Dios fue seguramente el que nos trajo estas plagas. Si no, sabremos que no fue su mano la que nos castigó, sino que todo esto nos pasó por casualidad'.

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La Biblia Textual 3a Edicion

9 Y observaréis: Si sube por el camino de su territorio hacia Bet-semes, Él nos ha hecho este gran mal, pero si no, entonces sabremos que no es su mano la que nos ha herido, sino que nos ocurrió por accidente.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

9 Fijaos bien: si toma el camino de su país y sube hacia Bet Semes, es Yahveh quien nos ha traído esta gran calamidad; en caso contrario, sabremos que no fue su mano la que nos hirió, sino que esto nos ha sucedido por casualidad'.

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1 Samuel 6:9
13 Referencias Cruzadas  

El muchacho le contestó: —Yo me encontraba casualmente en el monte Guilboa, cuando vi a Saúl apoyado sobre su lanza y acosado por los carros y los jinetes.


Un hijo de Déquer en Macás, Saalbín, Bet Semes, Elón y Bet Janán.


Entonces Joás, el rey de Israel, subió a verse las caras con Amasías, el rey de Judá, en Bet Semes, que está en territorio de Judá.


Entonces los magos dijeron al faraón: —¡Esto es obra de Dios! Pero el faraón seguía intransigente y no los escuchó, tal como había predicho el Señor.


He visto además bajo el sol que los veloces no ganan siempre la carrera, ni los valientes la guerra, ni los sabios tienen sustento, ni los inteligentes riqueza, ni los instruidos estima, pues en todo interviene el tiempo y el azar.


Señor, tu mano está alzada, pero no se fijan en ella. Que vean avergonzados tu celo por el pueblo, que un fuego devore a tus adversarios.


¿Sonará la trompeta en la ciudad sin que la población se alarme? ¿Sucederá una desgracia en la ciudad si no es el Señor quien la envía?


Casualmente bajaba por aquel mismo camino un sacerdote que vio al herido, pero pasó de largo.


Desde Baalá, el límite doblaba por el oeste hacia el monte Seír y, pasando por la vertiente norte del monte Jearín, o sea, Quesalón, bajaba hasta Bet Semes, llegando a Timná.


Asán, Jutá y Bet Semes, todas ellas con sus correspondientes lugares de pasto: un total de nueve ciudades pertenecientes a esas dos tribus.


Y así lo hicieron. Tomaron dos vacas que estaban criando, las engancharon a la carreta y encerraron a sus terneros en el establo.


Las vacas tiraron derechas en dirección a Bet Semes. Caminaban mugiendo siempre por el mismo camino, sin desviarse a ningún lado, y los príncipes filisteos las siguieron hasta el término de Bet Semes.


Ellos respondieron: —Si queréis devolver el Arca del Dios de Israel, no la mandéis vacía; devolvedla con una compensación. Entonces os curaréis y sabréis por qué su castigo no os dejaba en paz.


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