—Cuando tú y tus hijos tengáis que entrar en la Tienda del encuentro, no lo hagáis después de haber tomado vino o cualquier clase de licor. Si lo hacéis, moriréis, pues debéis saber distinguir entre lo que es sagrado y lo que no lo es, entre lo que es puro y lo que es impuro. Esta norma no cambiará jamás.