Levítico 1:3 - Biblia Lenguaje Básico3 Si se trata de un ternero, este deberá ser un macho sin ningún defecto. Lo llevará a la entrada de la Tienda del encuentro, Ver CapítuloMás versionesBiblia Reina Valera 19603 Si su ofrenda fuere holocausto vacuno, macho sin defecto lo ofrecerá; de su voluntad lo ofrecerá a la puerta del tabernáculo de reunión delante de Jehová. Ver CapítuloBiblia Nueva Traducción Viviente3 »Si el animal que ofreces como ofrenda quemada es de la manada, debe ser un macho que no tenga ningún defecto. Llévalo a la entrada del tabernáculo para que seas aceptado por el Señor. Ver CapítuloBiblia Católica (Latinoamericana)3 Si quiere ofrecer un holocausto, es decir una víctima totalmente quemada, presentará a la entrada de la Tienda de las Citas el macho sin defecto que haya escogido, y así su sacrificio será agradable a Yavé. Ver CapítuloLa Biblia Textual 3a Edicion3 Si su ofrenda es un holocausto del ganado, ofrecerá un macho sin defecto. Lo traerá a la entrada de la Tienda de Reunión, para que sea acepto en favor suyo ante YHVH. Ver CapítuloBiblia Serafín de Ausejo 19753 Si su ofrenda es un holocausto de ganado mayor, ofrecerá un macho sin defecto; lo ofrecerá a la entrada de la tienda del encuentro para que sea grato a Yahveh. Ver Capítulo |
Después, todos los que deseaban darle a Dios su ofrenda voluntaria volvieron llevando todo lo necesario para la construcción de la Tienda del encuentro y la confección de los trajes de los sacerdotes. Tanto hombres como mujeres llevaron como ofrenda especial toda clase de joyas de oro, telas de color morado, azul y rojo, telas de lino fino, pieles de cabra, de carnero y otras pieles finas. Otros llevaron plata, bronce y madera de acacia, y algunas mujeres llevaron finos bordados y tejidos de pelo de cabra.
Delante de todas las naciones os mostraré que soy santo. Yo os sacaré de entre todos los pueblos y naciones donde ahora andáis dispersos. Os reuniré de nuevo en Israel, tierra que juré dar a vuestros antepasados, y me adoraréis en mi monte santo, que es el monte más excelso de Israel. Allí recibiré todas las ofrendas que queráis presentarme y seréis para mí tan agradables como el aroma del incienso. Entonces reconoceréis que yo soy el Dios de Israel y cumplo mi palabra.
—Si alguien, aunque sea sin darse cuenta, me ofende al no darme lo que me corresponde, deberá presentarme como ofrenda un carnero sin ningún defecto que ha de ser debidamente valorado según el precio oficial del santuario. El sacerdote me ofrecerá el carnero, y yo perdonaré al que me ofendió. Pero si lo prefiere, puede rescatar al carnero pagando una cantidad de dinero equivalente al valor que tenga el animal, más un veinte por ciento del precio según el valor de la moneda oficial del santuario. Cuando el carnero sea entregado al sacerdote, este lo presentará como ofrenda para pedir el perdón de aquel que ofendió a Dios, y será perdonado.
que diera las siguientes instrucciones a los sacerdotes: —Las ofrendas que se presentan para ser quemadas en mi honor deben quedarse toda la noche sobre el fuego del altar, hasta quemarse completamente. El sacerdote se pondrá su túnica y su ropa interior de lino, y luego de recoger las cenizas de la ofrenda quemada las depositará a un lado del altar. A continuación se cambiará de ropa y llevará las cenizas a un lugar especial fuera del campamento. Todas las mañanas, el sacerdote echará más leña al fuego, y sobre el fuego pondrá el animal que vaya a ser quemado en mi honor, junto con la grasa de los animales ofrecidos para pedirme salud y bienestar. El fuego del altar debe estar siempre encendido. Se trata de un fuego que nunca debe apagarse.
Cuando queméis un toro en mi honor como sacrificio, o presentéis una ofrenda para hacer la paz conmigo, o para cumplir una promesa, debéis llevar dos litros de vino y seis kilos de harina, de la mejor calidad, amasada con dos litros de aceite. De este modo la ofrenda será como aroma agradable para mí.
Además de las ofrendas diarias, el primero de esos siete días ofreceréis en sacrificio quemándolos por completo trece toros, dos carneros y catorce corderos de un año, sin defecto alguno. Con cada toro me presentaréis seis kilos de la mejor harina amasada con aceite; con cada carnero ofreceréis cuatro kilos, y con cada cordero, dos kilos. También ofreceréis en sacrificio un chivo para que yo os perdone vuestros pecados. Esto será un sacrificio como ofrenda de aroma agradable para mí.
Pues si todo eso tiene poder, más poder tiene la sangre de Cristo. Porque por medio del Espíritu, que vive para siempre, Cristo se ofreció a sí mismo a Dios como sacrificio sin mancha ni pecado. Su sangre nos purifica, para que estemos seguros de que hemos sido perdonados, y para que podamos dar culto a Dios, que vive para siempre.