Biblia Todo Logo
La Biblia Online

- Anuncios -





1 Juan 3:2 - Biblia Lenguaje Básico

2 Queridos hermanos, ¡nosotros ya somos hijos de Dios! Y aunque todavía no sabemos cómo seremos en el futuro, sí sabemos que, cuando Jesucristo vuelva otra vez, nos pareceremos a él, porque lo veremos como él es en realidad.

Ver Capítulo Copiar


Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

2 Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es.

Ver Capítulo Copiar

Biblia Nueva Traducción Viviente

2 Queridos amigos, ya somos hijos de Dios, pero él todavía no nos ha mostrado lo que seremos cuando Cristo venga; pero sí sabemos que seremos como él, porque lo veremos tal como él es.

Ver Capítulo Copiar

Biblia Católica (Latinoamericana)

2 Amados, a pesar de que ya somos hijos de Dios, no se ha manifestado todavía lo que seremos; pero sabemos que cuando él aparezca en su gloria, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal como es.

Ver Capítulo Copiar

La Biblia Textual 3a Edicion

2 Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado° lo que hemos de ser, pero sabemos que cuando Él sea manifestado, seremos semejantes a Él, porque lo veremos tal como es.

Ver Capítulo Copiar

Biblia Serafín de Ausejo 1975

2 Queridos míos, ahora somos hijos de Dios, aunque todavía no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando se manifieste, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal como es.

Ver Capítulo Copiar




1 Juan 3:2
37 Referencias Cruzadas  

Cuando mi cuerpo haya sido destruido, veré a Dios en persona;


Tú me enseñas el camino que lleva a la vida. ¡En tu presencia soy muy feliz! ¡A tu lado soy siempre dichoso!


Pero yo he sido inocente y por eso contemplaré tu rostro; cuando despierte y me vea en tu presencia, me llenaré de alegría.


Haz callar a esos mentirosos que, llenos de soberbia y desprecio, humillan al honrado.


yo les concederé algo mejor que tener hijos e hijas: haré que su nombre quede grabado para siempre en los muros de mi Templo. Les daré un nombre eterno que nunca será borrado.


Felices los que tienen un corazón puro, porque ellos verán a Dios.


Algo así pasará el día en que yo, el Hijo del hombre, vuelva otra vez.


ni morirá. Todos serán como los ángeles, y serán hijos de Dios porque habrán resucitado.


Pero aquellos que lo recibieron y creyeron en él, llegaron a ser hijos de Dios.


En realidad, Jesús no iba a morir para salvar solo a los judíos, sino también para reunir a todos los hijos de Dios que hay repartidos por el mundo.


Padre, quiero que estos seguidores que me has dado estén donde yo voy a estar, para que vean todo el poder que me has dado, pues me has amado desde antes de que existiera el mundo.


El Espíritu de Dios se une a nuestro espíritu, y nos asegura que somos hijos de Dios.


Estoy seguro de que los sufrimientos por los que ahora pasamos no son nada si los comparamos con la gloriosa vida que Dios nos dará junto a él.


La creación entera espera impaciente que Dios muestre a todos que somos sus hijos.


Desde el principio, Dios ya sabía a quiénes iba a elegir, y ya había decidido que fueran semejantes a su Hijo, que es el primero entre muchos hermanos.


Ahora conocemos a Dios de manera no muy clara, como cuando vemos nuestra imagen reflejada en un espejo de forma confusa. Pero, cuando todo sea perfecto, veremos a Dios cara a cara. Ahora lo conozco de manera imperfecta; pero cuando todo sea perfecto, podré conocerle como él me conoce a mí.


Y así como nos parecemos al primer hombre, que fue sacado de la tierra, así también nos pareceremos a Cristo, que es del cielo.


Como dice la Escritura: Para aquellos que lo aman, Dios ha preparado cosas que nadie jamás pudo ver, ni escuchar ni imaginar.


Las dificultades que ahora tenemos son pequeñas y no van a durar siempre. Pero, gracias a ellas, Dios nos llenará de una gloria grande y maravillosa que dura para siempre.


Vosotros habéis creído en Jesucristo, y por eso todos sois hijos de Dios.


Ahora, como sois sus hijos, Dios ha enviado el Espíritu de su Hijo a vivir en vosotros. Por eso, cuando oramos a Dios, el Espíritu nos permite llamarle: «Abba» que significa «Padre querido».


Nuestros débiles cuerpos serán transformados en cuerpos gloriosos como el suyo. Esto lo hará con el mismo poder con que controla todo el universo.


De la misma manera, Cristo se ha ofrecido una sola vez para que muchos seamos perdonados de nuestros pecados. Después él volverá por segunda vez, pero no para morir por nuestros pecados, sino para salvar a todos los que esperan su venida.


Además, nos ha dado todas las cosas importantes y valiosas que nos prometió. A través de ellas podéis formar parte de la naturaleza de Dios y evitar la corrupción que el pecado ha introducido en el mundo.


Ahora, hijos míos, seguid unidos a Cristo. Así, cuando él regrese de nuevo, lo estaremos esperando confiadamente y no pasaremos por la vergüenza de ser apartados de él cuando tenga lugar su venida.


Queridos hermanos, no os estoy dando un mandamiento nuevo. Os estoy escribiendo acerca de un mandamiento muy antiguo que ya conocéis: se trata del mismo mandamiento que Dios os dio desde el principio.


Mirad que amor tan grande nos tiene el Padre, hasta el punto de poder ser llamados hijos de Dios, y la verdad es que lo somos. Por eso los que pertenecen a este mundo pecador no nos conocen, porque tampoco han conocido a Dios.


Podemos saber quién es hijo de Dios y quién es hijo del diablo: quien no se porta rectamente y no ama a sus hermanos no es hijo de Dios.


Queridos, si nuestra conciencia nos dice que estamos bien con Dios, podemos presentarnos ante él con toda confianza.


Si creemos que Jesús es el Mesías, entonces somos hijos de Dios. Y recordemos que, si amamos al Padre, también debemos amar a los hijos de ese mismo Padre.


Todos podrán ver a Dios cara a cara y el nombre de Dios estará escrito en sus frentes.


Síguenos en:

Anuncios


Anuncios


¡Síguenos en WhatsApp! Síguenos