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Juan 13:5 - Biblia Version Moderna (1929)

5 Después echó agua en un lebrillo, y empezó a lavar los pies de los discípulos, y limpiólos con la toalla de qué estaba ceñido.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

5 Luego puso agua en un lebrillo, y comenzó a lavar los pies de los discípulos, y a enjugarlos con la toalla con que estaba ceñido.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

5 y echó agua en un recipiente. Luego comenzó a lavarles los pies a los discípulos y a secárselos con la toalla que tenía en la cintura.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

5 Echó agua en un recipiente y se puso a lavar los pies de los discípulos, y luego se los secaba con la toalla que se había atado.

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La Biblia Textual 3a Edicion

5 luego echó° agua en el lebrillo° y comenzó a lavar los pies de los discípulos y a secarlos con la toalla con que estaba ceñido.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

5 Luego echó agua en un lebrillo y se puso a lavar los pies a los discípulos y a secárselos con la toalla con que se había ceñido.

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Juan 13:5
30 Referencias Cruzadas  

Y volviéndose hacia la mujer, dijo a Simón: ¿ves a esta mujer? Yo entré en tu casa, y no me diste agua para mis pies; mas ésta ha regado mis pies con lágrimas, y los ha limpiado con sus cabellos.


¡Lávame completamente de mi iniquidad, y límpiame de mi pecado!


y dijo: He aquí, señores míos, os ruego que os desviéis y entréis en casa de vuestro siervo, y posad, y lavaos los pies; y de madrugada os levantaréis, y seguiréis vuestro camino. Mas ellos dijeron: No, sino que en la plaza posaremos.


teniendo buen testimonio en cuanto a buenas obras: si hubiere criado hijos, si hubiere hospedado a los extranjeros, si hubiere lavado los pies de los santos, si hubiere socorrido a los afligidos, si hubiere seguido estrictamente toda buena obra.


Tráigase, con tu permiso, un poco de agua, y lavaos los pies, y reclinaos debajo del árbol.


Y yo le dije: Señor, tú lo sabes. Y él me dijo: Éstos son los que salen de la grande tribulación, y lavaron sus ropas, y las emblanquecieron en la sangre del Cordero.


acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, teniendo los corazones rociados, para limpiarnos de una mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura.


para santificarla, habiéndola limpiado con el lavamiento de agua con la palabra;


Y esto erais algunos de vosotros: mas habéis sido lavados, mas habéis sido santificados, mas habéis sido justificados, en el nombre del Señor Jesucristo, y por el Espíritu de nuestro Dios.


Y ahora ¿por qué te detienes? levántate, y bautízate, y lava tus pecados, invocando el nombre del Señor.


Entonces preguntó Josafat: ¿No habrá aquí algún profeta de Jehová, por medio de quien podamos consultar a Jehová? Y respondió uno de los siervos del rey de Israel, diciendo: Aquí está Eliseo hijo de Safat, que echaba agua sobre las manos de Elías.


Con lo cual ella se levantó, e inclinóse rostro a tierra, y dijo: ¡He aquí a tu sierva, sirvienta para lavar los pies de los siervos de mi señor!


Entonces aquel que se purifica lavará sus vestidos, y se raerá todo el pelo, y se lavará con agua, y quedará limpio: y después de esto podrá entrar en el campamento; mas habitará fuera de su tienda siete días.


¶Éste es aquel que vino por medio de agua y sangre, es a saber,  Jesucristo: no con el agua solamente, sino con el agua y con la sangre; y el Espíritu es el que da testimonio, por cuanto el Espíritu es la verdad.


pero si andamos en la luz, como él está en la luz, tenemos comunión los unos con los otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado.


mas uno de los soldados traspasó su costado con una lanza, y en el acto salió sangre y agua.


y poniéndose detrás de él, junto a sus pies, llorando, comenzó a regar éstos con lágrimas, y los limpiaba con los cabellos de su cabeza; y los besaba fervorosamente, y los ungió con el ungüento.


EN aquel día habrá una fuente abierta a la casa de David y a los habitantes de Jerusalem, para el pecado y para la inmundicia.


Luego rociaré sobre vosotros agua limpia, y seréis limpios; de todas vuestras inmundicias, y de todos vuestros ídolos os limpiaré.


y de Jesucristo, que es el fiel testigo, el primogénito de entre los muertos, y el soberano de los reyes de la tierra.  A Aquel que nos ama, y nos ha lavado de nuestros pecados en su misma sangre,


¡Lavaos, limpiaos; apartad la maldad de vuestras obras de delante de mis ojos; cesad de hacer lo malo;


Y harás que se presenten Aarón y sus hijos a la entrada del Tabernáculo de Reunión, y los lavarás con agua.


Jesús le dice: El que está lavado no tiene necesidad de lavarse más que los pies; sino que está del todo limpio: y vosotros estáis limpios, mas no todos.


Dícele Pedro: ¡Nunca jamás tú me lavarás a mí los pies! Jesús le respondió: Si no te lavo, no tienes parte conmigo.


Entonces el hombre hizo entrar a los hombres en casa de José, y dióles agua, y se lavaron los pies; dió también pienso a sus asnos.


Le trajo pues a su casa, y mezcló el pienso para los asnos; luego ellos se lavaron los pies, y comieron y bebieron.


Viene pues a Simón Pedro. Pedro le dice: Señor, ¿tú me lavas a mí los pies?


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