Lucas 11:20 - Biblia Martin Nieto

²⁰ Pero si yo echo los demonios con el poder de Dios, es señal de que el reino de Dios ha llegado a vosotros.

Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

²⁰ Mas si por el dedo de Dios echo yo fuera los demonios, ciertamente el reino de Dios ha llegado a vosotros.

Biblia Nueva Traducción Viviente

²⁰ Sin embargo, si yo expulso a los demonios por el poder de Dios, entonces el reino de Dios ha llegado y está entre ustedes.

Biblia Católica (Latinoamericana)

²⁰ En cambio, si echo los demonios con el dedo de Dios, comprendan que el Reino de Dios ha llegado a ustedes.

La Biblia Textual 3a Edicion

²⁰ Pero, si con el dedo de Dios echo fuera los demonios, entonces ha llegado° a vosotros el reino de Dios.

Biblia Serafín de Ausejo 1975

²⁰ Pero si yo expulso los demonios por el dedo de Dios, es que el reino de Dios ha llegado a vosotros.

Lucas 11:20 Referencias Cruzadas

Éxodo 8:19

Haré distinción entre mi pueblo y el tuyo. Mañana será este prodigio'.

Daniel 2:44

En los días de estos reyes, el Dios del cielo hará surgir un imperio que jamás será destruido y cuya soberanía no pasará a otro pueblo. Pulverizará y aniquilará a todos estos imperios, mientras que él subsistirá eternamente,

Mateo 12:28

Pero si echo los demonios con el Espíritu de Dios, es señal de que ha llegado a vosotros el reino de Dios.

Mateo 3:2

y diciendo: 'Convertíos, porque está cerca el reino de Dios'.

Mateo 4:24

Su fama se extendió por toda Siria. Le traían todos los que se sentían mal, aquejados de diversas enfermedades y sufrimientos, endemoniados, lunáticos y paralíticos, y los curaba.

Lucas 10:11

Hasta el polvo de vuestro pueblo que se nos pegó a los pies nos lo sacudimos.

Lucas 10:9

curad a los enfermos que haya y decidles: El reino de Dios está cerca de vosotros.

Lucas 11:21

Cuando un hombre fuerte y armado guarda su palacio, está segura su hacienda.

Hechos 20:25

Yo sé que todos vosotros, entre los que he pasado predicando el reino, no me volveréis a ver.

2 Tesalonicenses 1:5

Esto es una manifestación del justo juicio de Dios, para haceros así dignos de su reino, por el cual padecéis.