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Jeremías 34:10 - Biblia Martin Nieto

10 Todas las autoridades y el pueblo entero, que habían aceptado el compromiso de manumitir a sus respectivos esclavos y esclavas y no tenerlos más sometidos a esclavitud, obedecieron y los emanciparon.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

10 Y cuando oyeron todos los príncipes, y todo el pueblo que había convenido en el pacto de dejar libre cada uno a su siervo y cada uno a su sierva, que ninguno los usase más como siervos, obedecieron, y los dejaron.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

10 Las autoridades y todo el pueblo habían obedecido el mandato del rey,

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Biblia Católica (Latinoamericana)

10 Todas las autoridades y el pueblo habían entendido el compromiso que tomaban y despidieron a sus esclavos.

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La Biblia Textual 3a Edicion

10 Cuando los príncipes y los del pueblo oyeron que en el pacto se había convenido dejar libre cada uno a su siervo y a su sierva, y que ninguno los usara más como siervos, obedecieron y los dejaron ir.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

10 Todos los príncipes y todo el pueblo que habían tomado parte en el acuerdo accedieron a dejar en libertad cada uno a su esclavo o a su esclava, para no volver a tenerlos por esclavos; accedieron, pues, y los dejaron en libertad.

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Jeremías 34:10
12 Referencias Cruzadas  

i compras un esclavo hebreo, te servirá por seis años, pero el séptimo quedará libre sin pagar nada.


Ha dicho el Señor: Porque este pueblo se acerca a mí tan sólo con palabras, y sólo de labios me honra, mientras su corazón está lejos de mí, siendo así su religión para conmigo sólo un mandamiento humano, una lección aprendida,


Al enterarse de ello los magistrados de Judá, subieron desde el palacio real al templo del Señor y se sentaron a la entrada de la puerta nueva del templo.


Entonces los magistrados y el pueblo entero dijeron a los sacerdotes y a los profetas: 'Este hombre no debe ser condenado a muerte, porque nos ha hablado en el nombre del Señor, nuestro Dios'.


Pero bien pronto cambiaron de parecer y volvieron a tomar a los esclavos y esclavas que habían dejado en libertad, y los sometieron de nuevo a esclavitud.


A los príncipes de Judá y Jerusalén, a los eunucos, a los sacerdotes y a todo el pueblo del país que pasó por entre los dos trozos del novillo,


bajó al palacio real, a la sala del secretario, donde estaban reunidos en sesión todos los dignatarios: Elisamá, el secretario; Delayas, hijo de Semayas; Elnatán, hijo de Acbor; Gamarías, hijo de Safán; Sedecías, hijo de Ananías, y todos los demás dignatarios.


Aquellos dignatarios dijeron al rey: 'Pedimos la muerte de este hombre, que desalienta a los combatientes que quedan en esta ciudad y a todo el pueblo, al hablarles en tales términos. Es evidente que este hombre no busca el bien de este pueblo, sino su desgracia'.


Declararéis santo el año cincuenta y proclamaréis la liberación a todos los habitantes de la tierra. Será para vosotros año jubilar; cada uno de vosotros recobrará su propiedad y retornará a su familia.


porque Herodes respetaba a Juan, pues reconocía que era un hombre justo y santo, y lo protegía; cuando lo oía quedaba perplejo, pero lo escuchaba con gusto.


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