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Daniel 10:3 - Biblia Martin Nieto

3 No comí manjar sabroso, ni carne ni vino entraron en mi boca, ni me ungí con perfume en el curso de estas tres semanas.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

3 No comí manjar delicado, ni entró en mi boca carne ni vino, ni me ungí con ungüento, hasta que se cumplieron las tres semanas.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

3 En todo ese tiempo no comí nada pesado. No probé carne ni vino, ni me puse lociones perfumadas hasta que pasaron esas tres semanas.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

3 Durante esas tres semanas no probé comidas exquisitas, me privé de carne y de vino y renuncié a cualquier perfume.

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La Biblia Textual 3a Edicion

3 No comí manjar delicado, ni carne ni vino entraron en mi boca, ni me ungí con ungüento, hasta que fueron cumplidas tres semanas enteras.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

3 No comí manjares delicados; ni carne ni vino entraron en mi boca; y no me ungí hasta que se cumplieron las tres semanas.

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Daniel 10:3
11 Referencias Cruzadas  

Y el rey dijo a Semeí: 'No morirás'. Y el rey se lo juró.


cuando le produce náuseas la comida, y su alma aborrece el manjar más exquisito;


Él continuó: 'No temas, Daniel, pues desde el primer día que tú, con el fin de comprender, decidiste hacer penitencia ante tu Dios, fueron escuchadas tus palabras y, debido a ellas, he venido yo.


Llevará a Egipto como botín a sus dioses, sus simulacros y sus vasos preciosos de plata y oro, y durante algunos años prevalecerá sobre el rey del norte.


Trajeron una piedra y la colocaron en la boca del foso; y el rey la selló con su anillo y con el anillo de sus dignatarios, con el fin de que no pudiese ser mudada la suerte de Daniel.


Pues bien, porque oprimís al pobre y le imponéis tributo del grano, casas de piedra labradas habéis construido, pero no las habitaréis; habéis plantado viñas deliciosas, pero no beberéis su vino.


Nínive es como una alberca, cuyas aguas se van. 'Deteneos, deteneos'. Pero nadie se vuelve.


Tú, cuando ayunes, perfuma tu cabeza y lávate la cara,


Tú no me pusiste ungüento en la cabeza, y ésta ha ungido mis pies con perfume.


sino que me impongo una disciplina y domino mi cuerpo, no sea que después de predicar a los demás, yo quede descalificado.


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