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Lucas 7:39 - Biblia Versión Israelita Nazarena 2011

39 Al ver esto el fariseo que lo había invitado a comer, se dijo a sí mismo: “Si éste fuera profeta, conocería quién y qué clase de mujer es la que lo está tocando, porque es una pecadora.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

39 Cuando vio esto el fariseo que le había convidado, dijo para sí: Este, si fuera profeta, conocería quién y qué clase de mujer es la que le toca, que es pecadora.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

39 Cuando el fariseo que lo había invitado vio esto, dijo para sí: «Si este hombre fuera profeta, sabría qué tipo de mujer lo está tocando. ¡Es una pecadora!».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

39 Al ver esto el fariseo que lo había invitado, se dijo interiormente: 'Si este hombre fuera profeta, sabría que la mujer que lo está tocando es una pecadora, conocería a la mujer y lo que vale.

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La Biblia Textual 3a Edicion

39 Viéndolo el fariseo que lo había invitado,° se decía:° Éste, si fuera profeta, conocería° quién y qué clase de mujer es la que lo toca, que es una pecadora.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

39 Viendo esto el fariseo que lo había invitado, se decía para sí: 'Si éste fuera [el] profeta, sabría quién y qué clase de mujer es ésta que le está tocando: ¡es una pecadora!'.

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Lucas 7:39
25 Referencias Cruzadas  

Guejazí, el criado de Elishá, el hombre de ha'Elohim, pensó: “Mi amo ha dejado ir a este aramita Naamán sin aceptar las cosas que trajo. ¡Por vida de Yahweh, que voy a correr tras él para conseguir algo de él!”


él es como el que lleva cuentas; te dice: “Come y bebe”, pero en realidad no tiene esa intención.


que dicen: ‘Quédate en tu lugar, no te me acerques, que podría santificarte’. Tales cosas hacen arder mi ira, como fuego que arde todo el día.


Así, los últimos serán primeros, y los primeros últimos”.


Y las multitudes respondían: “Este es el profeta Yahoshúa, el de Natséret del Galil.


Porque de adentro, del corazón del hombre, proceden los malos pensamientos, las fornicaciones, los robos, los homicidios,


Y él cavilaba diciéndose a sí mismo: ‘¿Qué haré? Porque ya no tengo dónde almacenar mis productos’.


Por eso los fariseos y los escribas se pusieron a criticarlo diciendo: “Este recibe a los pecadores y come con ellos”.


“Entonces el mayordomo se dijo a sí mismo: ‘¿Qué voy a hacer ahora que mi amo me quita la mayordomía? Cavar, no puedo; mendigar, me da vergüenza.


Él no quiso por algún tiempo, pero después se dijo a sí mismo: ‘Aunque ni le temo a Elohim ni respeto al hombre,


Pues produzcan los frutos del arrepentimiento y no se pongan a decir dentro de ustedes mismos: ‘A Avraham tenemos por padre’. Porque les digo que aun de estas piedras Yahweh puede levantarle hijos a Avraham.


El temor se apoderó de todos, y glorificaban a Elohim diciendo: “¡Un gran profeta se ha levantado entre nosotros! ¡Elohim ha visitado a su pueblo!”


En eso, cuando supo que Yahoshúa estaba a la mesa en casa del fariseo, una mujer conocida como pecadora en la ciudad llevó un frasco de mármol con perfume.


Se puso detrás de Yahoshúa, a sus pies, y llorando, comenzó a mojar los pies de él con sus lágrimas; y los secaba con los cabellos de su cabeza. Y le besaba los pies y los ungía con el perfume.


Entonces, Yahoshúa le respondió: “Shimón, tengo algo que decirte”. Él dijo: “Dilo, Rabí”.


La mujer le dijo: “Maestro, veo que tú eres profeta.


Se hacían muchos comentarios sobre él entre las multitudes. Unos decían: “Él es bueno”. Pero otros decían: “No, pero engaña a la gente”.


Así que por segunda vez llamaron al hombre que había sido ciego y le dijeron: “¡Di la verdad ante Elohim! Nosotros sabemos que ese hombre es pecador”.


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