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Juan 20:25 - Biblia Versión Israelita Nazarena 2011

25 Entonces los otros discípulos le decían: “¡Hemos visto al Maestro!” Pero él les dijo: “Si yo no veo en sus manos la marca de los clavos, y si no meto mi dedo en la marca de los clavos y si no meto mi mano en su costado, no creeré jamás”.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

25 Le dijeron, pues, los otros discípulos: Al Señor hemos visto. Él les dijo: Si no viere en sus manos la señal de los clavos, y metiere mi dedo en el lugar de los clavos, y metiere mi mano en su costado, no creeré.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

25 Ellos le contaron: —¡Hemos visto al Señor! Pero él respondió: —No lo creeré a menos que vea las heridas de los clavos en sus manos, meta mis dedos en ellas y ponga mi mano dentro de la herida de su costado.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

25 Los otros discípulos le dijeron: 'Hemos visto al Señor. Pero él contestó: 'Hasta que no vea la marca de los clavos en sus manos, no meta mis dedos en el agujero de los clavos y no introduzca mi mano en la herida de su costado, no creeré.

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La Biblia Textual 3a Edicion

25 Por tanto le dijeron los otros discípulos: Hemos visto al Señor. Pero él les dijo: A menos que vea en sus manos la señal de los clavos, y meta mi dedo en el lugar de los clavos, y meta mi mano en su costado, de ningún modo creeré.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

25 Los otros discípulos le decían: 'Hemos visto al Señor'. Pero él les respondió: 'Si no veo en sus manos la señal de los clavos, y no meto mi dedo en el lugar de los clavos y mi mano en su costado, no lo creeré'.

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Juan 20:25
25 Referencias Cruzadas  

Si yo lo invocara y él me respondiera, no creería que me prestaría atención.


Perros me rodean; una turba de malvados me acorrala, como leones me [magullan] las manos y los pies.


Con todo esto, siguieron pecando y no tuvieron fe en sus maravillas.


“Salvó a otros pero no puede salvarse a sí mismo. ¿Es rey de Yisrael? ¡Pues que se baje ahora del madero, y creeremos en él!


Pero cuando ellos oyeron que estaba vivo y que ella lo había visto, no lo creyeron.


Ellos fueron y lo anunciaron a los demás, pero tampoco a ellos les creyeron.


Luego, apareció a los Once cuando estaban sentados a la mesa, y los reprendió por su incredulidad y dureza de corazón, porque no habían creído a los que lo habían visto resucitado.*


Entonces él les dijo: “¡Qué ignorantes y lentos de corazón para creer todo lo que dijeron los profetas!


Este se encontró primero con su hermano Shimón y le dijo: “Hemos encontrado al Mashíaj (que significa ungido)”.


Luego le dijo a Tomás: “Pon tu dedo aquí y mira mis manos; pon acá tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo sino creyente”.


Entonces aquel discípulo que era favorito de Yahoshúa, le dijo a Kefá: “¡Es el Maestro!” Cuando Shimón Kefá oyó que era el Maestro, se ciñó el manto, pues se lo había quitado, y se tiró al mar.


Entonces le dijeron: “¿Y qué señal haces tú, para que veamos y creamos en ti? ¿Qué obra haces?


Así que, hermanos, tengan cuidado: que no haya en ninguno de ustedes un corazón malo de incredulidad que los aparte del Elohim vivo.


¿Y a quiénes juró que no entrarían en su reposo, sino a aquéllos que no obedecieron?


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