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Juan 11:32 - Biblia Versión Israelita Nazarena 2011

32 Luego, cuando Miryam llegó al lugar donde estaba Yahoshúa y lo vio, se postró a sus pies diciéndole: “Maestro, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto”.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

32 María, cuando llegó a donde estaba Jesús, al verle, se postró a sus pies, diciéndole: Señor, si hubieses estado aquí, no habría muerto mi hermano.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

32 Cuando María llegó y vio a Jesús, cayó a sus pies y dijo: —Señor, si tan solo hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

32 Al llegar María a donde estaba Jesús, en cuanto lo vio, cayó a sus pies y le dijo: 'Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto.

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La Biblia Textual 3a Edicion

32 Cuando Miriam llegó adonde estaba Jesús, al verlo cayó a sus pies, y le dijo: ¡Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

32 Cuando llegó María a donde estaba Jesús y lo vio, se arrojó a sus pies, diciéndole: 'Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano'.

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Juan 11:32
10 Referencias Cruzadas  

Y se postró sobre su rostro a los pies de Yahoshúa, dándole gracias. Y éste era shomronita.


Shimón Kefá, al ver eso, cayó de rodillas ante Yahoshúa exclamando: “¡Apártate de mí, Maestro, porque soy un hombre pecador!”


Y en eso vino un hombre llamado Yaír, que era principal de la sinagoga. Se postró a los pies de Yahoshúa y le imploró que fuera a su casa,


Miryam fue la que ungió al Maestro con perfume y le secó los pies con sus cabellos. Y Elazar, que estaba enfermo, era su hermano.


Marta le dijo a Yahoshúa: “Maestro, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto.


Pero algunos de ellos dijeron: “¿No podía éste, que abrió los ojos al ciego, evitar también que Elazar muriera?”


El oficial del rey le dijo: “Maestro, baja antes que muera mi hijo”.


Yo, Yojanán, soy el que ha oído y visto estas cosas. Cuando las oí y las vi, me postré para adorar ante los pies del mensajero que me las mostraba.


Los cuatro seres vivientes decían: “¡Amén!” Y los veinticuatro ancianos se postraron y adoraron.


Cuando tomó el rollo, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero. Cada uno tenía un arpa y copas de oro llenas de incienso, que representan las oraciones de los santos.


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