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Juan 11:2 - Biblia Versión Israelita Nazarena 2011

2 Miryam fue la que ungió al Maestro con perfume y le secó los pies con sus cabellos. Y Elazar, que estaba enfermo, era su hermano.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

2 (María, cuyo hermano Lázaro estaba enfermo, fue la que ungió al Señor con perfume, y le enjugó los pies con sus cabellos.)

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Biblia Nueva Traducción Viviente

2 María era la misma mujer que tiempo después derramó el perfume costoso sobre los pies del Señor y los secó con su cabello. Su hermano, Lázaro, estaba enfermo.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

2 Esta María era la misma que ungió al Señor con perfume y le secó los pies con sus cabellos. Su hermano Lázaro era el enfermo.

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La Biblia Textual 3a Edicion

2 (Y Miriam, cuyo hermano Lázaro estaba enfermo, era aquella que había ungido al Señor con perfume, y enjugado los pies con sus cabellos.)°

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

2 María era la que ungió al Señor con perfume y le enjugó los pies con sus cabellos. Lázaro, el que había caído enfermo, era su hermano.

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Juan 11:2
11 Referencias Cruzadas  

Estando él en Bet-Hiní sentado a la mesa en casa de Shimón el leproso, vino una mujer que tenía un frasco de mármol con perfume de nardo puro de gran precio. Y quebrando el frasco de mármol, lo derramó sobre la cabeza de Yahoshúa.


Y cuando el Rabí la vio, se compadeció de ella y le dijo: “No llores”.


y los envió donde el Maestro, para preguntarle: “¿Eres tú el que había de venir, o debemos esperar a otro?”


Marta le dijo a Yahoshúa: “Maestro, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto.


Entonces sus hermanas le mandaron decir: “Maestro, mira, tu amigo está enfermo”.


Luego, cuando Miryam llegó al lugar donde estaba Yahoshúa y lo vio, se postró a sus pies diciéndole: “Maestro, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto”.


Entonces Miryam, que había traído una libra de perfume de nardo puro de mucho valor, ungió los pies de Yahoshúa y los limpió con sus cabellos. Y la casa se llenó con el olor del perfume.


Ustedes me llaman Rabí y Maestro; y dicen bien, porque lo soy.


Pues bien, si yo, el Maestro y el Rabí, les lavé los pies, también ustedes deben lavarse los pies unos a otros.


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