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Daniel 10:9 - Biblia Versión Israelita Nazarena 2011

9 Luego oí el sonido de sus palabras; y al oír el sonido de sus palabras, caí adormecido sobre mi rostro, con mi rostro en tierra.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

9 Pero oí el sonido de sus palabras; y al oír el sonido de sus palabras, caí sobre mi rostro en un profundo sueño, con mi rostro en tierra.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

9 Entonces oí que el hombre hablaba y cuando oí el sonido de su voz, me desmayé y quedé tendido, con el rostro contra el suelo.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

9 Oí lo que se decía y, al oírlo, caí desvanecido con el rostro en tierra.

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La Biblia Textual 3a Edicion

9 Pero oí el sonido de sus palabras; y al oír el sonido de sus palabras, caí de bruces desfallecido, con mi rostro en tierra.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

9 Oí el sonido de sus palabras y, al oírlo, caí rostro en tierra, desvanecido.

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Daniel 10:9
11 Referencias Cruzadas  

Cuando el sol estaba para ponerse, le vino un profundo sueño a Avram, y un terror grande y oscuro bajó sobre él.


Así que Yahweh Elohim echó sobre el hombre un sueño profundo; y, mientras éste dormía, tomó una de sus costillas y cerró la carne en ese lugar.


por sueños, en visión nocturna, cuando el sueño profundo cae sobre los hombres, cuando se adormecen en la cama.


En visiones nocturnas llenas de pensamientos, cuando el sueño profundo cae sobre los hombres,


Ella Yo dormía, pero mi corazón estaba despierto, y oí a mi amado que tocaba a la puerta y llamaba: “Abreme, hermana mía, amada mía, paloma mía, perfecta mía; porque mi cabeza está llena de rocío y mis cabellos están mojados con las gotas de la noche”.


Pero vi que alguien semejante a un hijo del hombre tocó mis labios. Entonces abrí mi boca y hablé; le dije a aquel que estaba delante de mí: ‘Mi amo, junto con la visión me han sobrevenido dolores y no me han quedado fuerzas.


Mientras hablaba conmigo, caí adormecido en tierra, sobre mi rostro. Pero él me tocó y me puso en pie,


Oí y se conmovieron mis entrañas, me temblaron los labios por el sonido; podredumbre entró en mi hueso, temblaba donde estaba. Sin embargo esperé con calma el día de angustia, un pueblo que viene a atacarnos.


Cuando se levantó de orar y volvió a sus discípulos, los halló dormidos por causa de la tristeza.


Kefá y sus compañeros estaban cargados de sueño; pero se mantuvieron vigilando y vieron su gloria y a los dos hombres que estaban con él.


Cuando lo vi, caí como muerto a sus pies. Y puso sobre mí su mano derecha y me dijo: “No temas; yo soy el primero y el último,


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