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Apocalipsis 2:18 - Biblia Versión Israelita Nazarena 2011

18 “Escribe al mensajero de la comunidad en Tiatira: El Hijo de Elohim, que tiene sus ojos como llama de fuego y sus pies semejantes al bronce bruñido, dice esto:

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

18 Y escribe al ángel de la iglesia en Tiatira: El Hijo de Dios, el que tiene ojos como llama de fuego, y pies semejantes al bronce bruñido, dice esto:

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Biblia Nueva Traducción Viviente

18 »Escribe esta carta al ángel de la iglesia de Tiatira. Este es el mensaje del Hijo de Dios, el que tiene los ojos como llamas de fuego y los pies como bronce pulido:

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Biblia Católica (Latinoamericana)

18 Escribe al ángel de la Iglesia de Tiatira: Así habla el Hijo de Dios, cuyos ojos son como llama de fuego y cuyos pies parecen de bronce brillante:

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La Biblia Textual 3a Edicion

18 Escribe al ángel de la iglesia en Tiatira:° Esto dice el Hijo de Dios, el que tiene sus ojos como llama de fuego y sus pies semejantes al bronce bruñido:

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

18 Al ángel de la Iglesia de Tiatira escribe: 'Esto dice el Hijo de Dios, el que tiene los ojos como llama de fuego y los pies semejantes al bronce brillante:

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Apocalipsis 2:18
22 Referencias Cruzadas  

Voy a proclamar el decreto de Yahweh; él me dijo: “Tú eres mi hijo, yo te he procreado hoy.


Su cuerpo era como crisólito, y su rostro como el aspecto del relámpago. Sus ojos eran como antorchas de fuego, y sus brazos y sus piernas como bronce pulido, y el sonido de sus palabras como el estruendo de una multitud.


Todavía estaba él hablando, cuando una nube brillante les hizo sombra, y se oyó una voz que salía de la nube diciendo: “Este es mi Hijo amado, en quien me complazco; escúchenlo a él”.


Y cuando el centurión y los que con él vigilaban a Yahoshúa presenciaron el terremoto y las cosas que habían sucedido, se asustaron muchísimo, y dijeron: “¡Verdaderamente éste era Hijo de Elohim!”


Y se oyó una voz del cielo que decía: “Este es mi Hijo amado, en quien me complazco”.


El mensajero le respondió: “El espíritu de santidad vendrá sobre ti; el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra, por lo cual también el santo ser que nacerá será llamado Hijo de Elohim.


Y la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros, y vimos su gloria, una gloria como del unigénito del Padre, lleno de amor y verdad.


Netanel le respondió: “Rabí, ¡tú eres el Hijo de Elohim! ¡Tú eres el rey de Yisrael!”


¿Por qué me dicen ustedes a mí, a quien el Padre santificó y envió al mundo: ‘Tú blasfemas’, porque dije que soy Hijo de Elohim?


“Porque de tal manera amó Elohim al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo el que crea en él no se pierda, sino que tenga vida eterna.


El que cree en él no se condena; pero el que no cree ya se ha condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Yahweh.


En verdad, en verdad les digo que viene el tiempo, y es ahora, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Elohim, y los que oigan vivirán.


Entonces escuchaba cierta mujer llamada Lidia, cuyo corazón abrió el Maestro para que estuviera atenta a lo que decía Shaúl. Era vendedora de púrpura de la ciudad de Tiatira, y respetuosa de Elohim.


Más adelante en el camino llegaron a cierta charca, y el eunuco dijo: “Mira, ahí hay agua, ¿qué impide que yo me sumerja?” [


y a quien se lo declaró Hijo de Yahweh con poder según el espíritu de santidad por su resurrección de entre los muertos– Yahoshúa el Mashíaj nuestro Maestro.


El que no eximió ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no va a darnos también con él todas las cosas?


que decía: “Escribe en un libro lo que veas, y envíalo a las siete comunidades: a Efeso, a Esmirna, a Pérgamo, a Tiatira, a Sardis, a Filadelfia y a Laodicea”.


“Escribe al mensajero de la comunidad en Éfeso: El que tiene las siete estrellas en su mano derecha, el que camina en medio de los siete candeleros de oro, dice esto:


“Pero a los demás en Tiatira, a cuantos no tienen esta enseñanza, quienes no han conocido las cosas profundas del Satán (como las llaman), les digo: No les impongo ninguna carga más.


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