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2 Samuel 4:1 - Biblia Versión Israelita Nazarena 2011

1 Cuando [Ishbóshet] hijo de Shaúl oyó que Avner había muerto en Jevrón, perdió el valor; y todo Yisrael se alarmó.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

1 Luego que oyó el hijo de Saúl que Abner había sido muerto en Hebrón, las manos se le debilitaron, y fue atemorizado todo Israel.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

1 Cuando Is-boset, el hijo de Saúl, se enteró de la muerte de Abner en Hebrón, se acobardó y todo Israel quedó paralizado de miedo.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

1 Cuando el hijo de Saúl supo que Abner había sido asesinado en Hebrón, se le cayeron los brazos y todo Israel se estremeció.

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La Biblia Textual 3a Edicion

1 Y cuando el hijo de Saúl° supo que Abner había muerto en Hebrón, sus manos se debilitaron y todo Israel fue turbado.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

1 Cuando Isbaal, hijo de Saúl, se enteró de la muerte de Abner en Hebrón, desfallecieron sus manos y todo Israel quedó consternado.

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2 Samuel 4:1
11 Referencias Cruzadas  

Le caeré encima cuando él esté cansado y desanimado, y lo haré caer en pánico; y cuando todas las tropas que están con él huyan, mataré solamente al rey.


Pero Avner hijo de Ner, comandante de Shaúl, había tomado a Ishbóshet hijo de Shaúl y lo había trasladado a Majanáyim


Cuando Avner volvió a Jevrón, Yoav lo llevó aparte a la entrada de la ciudad para hablar en privado con él; allí lo hirió en el vientre. Así murió [Avner] por derramar la sangre de Asahel, el hermano de Yoav.


Entonces la gente del país desmoralizaba al pueblo de Yahudah y lo amedrentaba, para que no edificara.


Porque todos ellos nos intimidaban, pensando: “Desistirán de la obra, y no la llevarán a cabo”. ¡Fortalece ahora mis manos!


Por tanto, todas las manos se debilitarán, y todo corazón humano desfallecerá;


Fortalezcan las manos débiles; afirmen las rodillas vacilantes.


El rey de Bavel oyó acerca de ellos, y sus manos se debilitaron; la angustia se apoderó de él, dolores como de mujer de parto.


“Oímos informes sobre ellos, y nuestras manos se debilitan; el dolor se apoderó de nosotros, agonía como de mujer que da a luz.


En ese día se le dirá esto a Yerushalem: ¡No temas, Tsiyón; no decaigan tus manos!


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