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2 Samuel 1:10 - Biblia Versión Israelita Nazarena 2011

10 Así que me paré encima de él y lo ultimé, porque sabía que nunca se levantaría de donde yacía. Luego tomé la diadema de su cabeza y el brazalete de su brazo, y los he traído aquí a mi amo.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

10 Yo entonces me puse sobre él y le maté, porque sabía que no podía vivir después de su caída; y tomé la corona que tenía en su cabeza, y la argolla que traía en su brazo, y las he traído acá a mi señor.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

10 »De modo que lo maté —dijo el amalecita a David—, porque me di cuenta de que no iba a vivir. Luego tomé su corona y su brazalete y se los he traído a usted, mi señor.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

10 Entonces me acerqué y lo maté porque bien sabía que no sobreviviría una vez que cayera al suelo; luego tomé la corona que tenía en la cabeza, la pulsera que llevaba en el brazo y se los traje a usted, señor'.

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La Biblia Textual 3a Edicion

10 Así que me puse junto a él y lo rematé, porque sabía que no podría vivir después de haber caído así, y tomé la corona que tenía en su cabeza y el brazalete que tenía en su brazo, y los he traído aquí a mi señor.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

10 Acerquéme a él y le maté, porque estaba cierto de que no había de sobrevivir a su caída. Tomé luego la diadema que llevaba en la cabeza y el brazalete que tenía en el brazo, y se los he traído aquí a mi señor'.

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2 Samuel 1:10
10 Referencias Cruzadas  

Y Dawid le dijo: “¡Tu sangre caiga sobre tu propia cabeza! Tu propia boca testificó contra ti cuando dijiste: ‘Yo le di muerte al ungido de Yahweh’”.


Entonces me dijo: “Párateme encima y ultímame, que estoy en agonía, y apenas me queda vida”.


Tomaron la corona de la cabeza de su rey y la pusieron en la cabeza de Dawid pesaba un talento de oro, y tenía piedras preciosas. También sacó una vasta cantidad de botín de la ciudad.


Luego [Yahoyadá] sacó al hijo del rey, le puso la corona y la insignia; lo ungieron y lo proclamaron rey; y lo aplaudieron diciendo: “¡Viva el rey!”


Cayó la corona de nuestra cabeza. ¡Pobres de nosotros, porque hemos pecado!


Porque con el juicio con que ustedes juzguen los juzgarán, y con la medida con que midan los medirán.


Y Adoni Bézeq dijo: “Setenta reyes, con los pulgares y los dedos gordos cortados, solían recoger la migajas debajo de mi mesa; según he hecho yo, así me ha pagado Elohim”. Lo llevaron a Yerushalem y allí murió.


Él inmediatamente llamó a su asistente, su escudero, y le dijo: “Saca tu espada y mátame, para que no digan que una mujer me mató”. Así que su asistente lo atravesó, y murió.


Entonces el rey le dijo a Doeg: “Tú, Doeg, ve y derriba a los sacerdotes”. Y Doeg el edomita fue y derribó a los sacerdotes él mismo; ese día mató a ochenta y cinco hombres que vestían el efod de lino.


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