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1 Samuel 22:2 - Biblia Versión Israelita Nazarena 2011

2 Todos los que estaban en aprietos y todos los que estaban en deuda y todos los que estaban desesperados se unieron a él, y él vino a ser su dirigente; había como cuatrocientos hombres con él.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

2 Y se juntaron con él todos los afligidos, y todo el que estaba endeudado, y todos los que se hallaban en amargura de espíritu, y fue hecho jefe de ellos; y tuvo consigo como cuatrocientos hombres.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

2 Luego, comenzaron a llegar otros —hombres que tenían problemas o que estaban endeudados o que simplemente estaban descontentos—, y David llegó a ser capitán de unos cuatrocientos hombres.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

2 Se le juntaban todos los que tenían problemas, todos los que eran perseguidos por un acreedor o que se sentían descontentos. Se hizo su jefe, y con él había más o menos unos cuatrocientos.

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La Biblia Textual 3a Edicion

2 Y todo el que estaba oprimido, y todo el que estaba endeudado, y todos los que tenían amargura de alma se unieron a él, y él llegó a ser su caudillo, y fueron con él como cuatrocientos hombres.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

2 Se le unieron, además, todos los oprimidos, los entrampados y los amargados, de los que llegó a ser caudillo. Y así reunió a su lado a unos cuatrocientos hombres.

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1 Samuel 22:2
22 Referencias Cruzadas  

Y Jushay añadió: “Tú sabes que tu padre y sus hombres son guerreros valientes, y están tan desesperados como una osa en el campo a la que le han quitado sus crías. Tu padre es un soldado de experiencia, y no pasará la noche con las tropas;


Mucho antes de ahora, cuando Shaúl era rey sobre nosotros, tú eras quien dirigía a Yisrael en la guerra; y Yahweh te dijo: ‘Tú pastorearás a mi pueblo Yisrael, y serás gobernante de Yisrael’”.


“Vuelve y dile a Jizqiyahu, el gobernante de mi pueblo: Así ha dicho Yahweh, el Elohim de tu padre Dawid: ‘He oído tu oración; he visto tus lágrimas. Te voy a sanar; al tercer día subirás a la Casa de Yahweh.


Cierta mujer, esposa de uno de los discípulos de los profetas, le gritó a Elishá: “Tu siervo, mi esposo, ha muerto, y tú sabes que tu siervo respetaba a Yahweh. Y ahora viene un acreedor para llevarse a mis dos hijos como esclavos”.


Denle la bebida fuerte al que está en desgracia y el vino al amargado.


Desde los días de Yojanán el Inmersor hasta ahora, el reino del Cielo se alcanza a la fuerza, y los esforzados lo arrebatan.


“Vengan a mí, todos los que están agobiados y cargados, y yo los haré descansar.


Porque le convenía a Aquel por causa de quien y para quien existen todas las cosas, perfeccionar al autor de la salvación de ellos, por medio de los padecimientos, para conducir a muchos hijos a la gloria.


De manera que Yiftaj huyó de sus hermanos y se estableció en el país de Tob. Unos hombres de mala reputación se juntaron con Yiftaj y lo acompañaban en sus correrías.


Pero los danitas respondieron: “No nos grites, que algunos hombres desesperados podrían atacarte, y tú y tu familia podrían perder la vida”.


En su dolor, ella clamaba a Yahweh, llorando todo el tiempo.


Dawid se fue de allí a Mitspeh de Moav, y le dijo al rey de Moav: “Deja que mi padre y mi madre vengan [y se queden] contigo, hasta que yo sepa lo que hará Elohim por mí”.


De manera que Dawid y sus hombres, como seiscientos en número, salieron de Qeilah enseguida y se movían alrededor por donde podían. Y cuando le dijeron a Shaúl que Dawid había escapado de Qeilah, no salió.


Y Dawid les dijo a sus hombres: “Cíñanse las espadas”. Cada cual se ciñó su espada; Dawid también se ciñó su espada. Como cuatrocientos hombres siguieron a Dawid, mientras doscientos se quedaron con el equipaje.


Dawid estaba en gran peligro, porque las tropas amenazaban con apedrearlo; pues todas las tropas estaban amargadas por causa de sus hijos e hijas. Pero Dawid buscó fuerzas en Yahweh su Elohim.


“Mañana a esta hora, te enviaré un hombre del territorio de Binyamín, y tú lo ungirás como el gobernante de mi pueblo Yisrael. Él librará a mi pueblo de las manos de los pelishtinos; porque he tomado nota de mi pueblo, su clamor ha llegado a mí”.


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